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Opinión
Papá Noel, los Reyes Magos y el Niño Dios
La Navidad, que debía ser una fiesta eminentemente cristiana, ya que recuerda el nacimiento del Mesías en Belén, ya se está celebrando también en otros países en donde imperan diferentes religiones que no tienen que ver con el hijo de José y María. Esa expansión de la costumbre cristiana que nos alegra entre el 24 y 25 de diciembre tiene ya un gran significado económico, por la costumbre de hacer regalos a troche y moche.
En los pasados tiempos se acostumbraba entregarle juguetes solamente a los niños, para lo cual surgió el Papá Noel, de larga barba blanca entrando por las chimeneas que no existen en los países tropicales, simbolizando a los Tres Reyes Magos, que llegaron hasta Belén conducidos por una estrella. Y el Niño Dios, que personifica al mismo Jesús recién nacido.
Sin embargo, para que las cosas fueran completas los comerciantes, que expenden todo lo que se necesita, y no se necesita, han logrado imponer la costumbre de superar al beneficiario infantil y agregarle a amigos y parientes de cualquier edad, con lo cual ya hay un poderoso intercambio de obsequios, desde perfumes hasta automóviles (según la condición económica de cada cual), bajo el principio, no precisamente bíblico, que diría ahora “regalaos los unos a los otros”...
Ahora en los hogares de un alto porcentaje de todo el mundo, la Navidad sirve también para múltiples festejos que alegran el corazón de la gente. Eso es lo positivo, aunque vivamos en una sociedad consumista. Y los encendidos árboles de Navidad, los villancicos, los hermosos actos festivos en las escuelas, etc., conducen a ese ya contagiante júbilo que ojalá nunca termine... (FCV)