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Opinión

La política y las hijas de Eva

El viejo tango de Carlos Gardel dice, con cierta amargura, en su último verso: “De las mujeres mejor no hay que hablar”.

El viejo tango de Carlos Gardel dice, con cierta amargura, en su último verso: “De las mujeres mejor no hay que hablar”. Don Roque, el muñeco con el que aparecía en sus exitosas actuaciones el ventrílocuo ecuatoriano que triunfó en México, Paco Miller, exclamaba con su voz siempre ronca la copla machista: “Mujeres raza maldita/ las odio de corazón/ pero qué sabrosas son/ cuando se las necesita”. Por supuesto se trata de las memorias de un tipejo de la tercera edad, como lo es el autor de este artículo. Pero, al parecer, la situación ha cambiado poco. Y ello aunque en estos últimos tiempos se ha puesto de moda el infame femicidio que lleva a uno de los peores delitos, esto es exterminar a mujeres que pueden ser madres, esposas, novias, amantes o hijas.

Sin embargo, desde las épocas en que las mismas religiones (algunas de ellas todavía insisten en ese prejuicio) le negaban casi todos los derechos civiles a la hijas de Eva, algo o mucho se ha avanzado. Con los ejemplos del pasado, sobre todo en Inglaterra en que siglos pretéritos los mejores monarcas fueron precisamente dos mujeres, Isabel y Victoria. Y ya en el ejercicio de la democracia se han destacado distinguidas damas en el ejercicio del poder como la llamada Dama de Hierro, Margaret Thatcher, en Gran Bretaña; Angela Merkel, ahora en Alemania; Dilma Rousseff en Brasil y Michelle Bachelet, en tierras chilenas, por solo mencionar 4 casos, sin opinar a favor o en contra.

Extraña, por ello, que en la milenaria china en la dirección del Partido Comunista, que gobierna ese país, las damas hayan brillado por su ausencia, como se demostró en su último congreso. ¿Qué se hizo esa sabiduría de siglos que viene desde Buda?... (FCV)