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Opinión

La invitada del día: Translúcido

Por: Silvia Buendía @silvitabuendia

Rubén tiene cáncer de páncreas letal y ha decidido no recibir tratamiento. No diré más sobre la trama de esta película. Es mejor dejarse sorprender por cada giro del relato.

Hablar de la muerte siempre resulta complicado. Tiene connotaciones religiosas, científicas, filosóficas, culturales. Pero es mucho más difícil todavía abordar el concepto de la muerte digna, el terminar tu vida por tu propia mano cuando el dolor es insufrible y la enfermedad incurable.

La historia que cuenta Translúcido -dirigida por Leonardo Zelig desde la sensibilidad más absoluta y con una estética muy cuidada- es sencilla, íntima, devastadora y al mismo tiempo desprovista totalmente de melodrama. Tiene que ver con las elecciones difíciles que nos toca hacer en la vida. Con el respeto a la autonomía del ser humano, con el respeto a la libertad responsable que deberíamos tener cada uno para escoger lo que consideremos mejor para nosotros. Translúcido es una película que te golpea y desbarata los esquemas mentales que nuestra cultura nos ha plantado en el cerebro. ¿Qué es ser valiente, qué es ser cobarde? ¿Es egoísmo negarse a padecer una agonía intolerable e inútil? ¿Es necesario que el Estado o algún credo religioso nos prohíba algo tan lógico como que cada persona pueda decidir sobre cómo quiere terminar su vida?

La actuación de Roberto Manrique en el papel de Rubén es a tal punto honesta, conmovedora y bien lograda, que por momentos sientes que no estás viendo una película, que la pantalla es una ventana abierta y te estás asomando a su vida.

Translúcido está en las carteleras. Háganse un favor: vayan a verla.