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¿Las drogas también se venden en web? Estas son las maneras en las que expenden
Los ‘dealers’ utilizan las redes sociales para publicitar estas sustancias. Se les puede pagar mediante transferencia y realizan envíos a domicilio
Son las 02:15 y aunque han pasado una intensa noche de juerga, Ángelo, Stalin y Carlos (nombres protegidos) están ‘picados’ y quieren ‘hacer trampita’ (como le llaman a consumir cocaína) para seguir la fiesta de largo.
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Por la hora, dos de ellos saben que sus proveedores habituales no están disponibles; sin embargo, Ángelo tiene un ‘as bajo la manga’. Saca su teléfono, busca en el WhatsApp el contacto de ‘Tocayo’ y le envía un escueto mensaje: “¿Estás activo?”.
Instantes después, Tocayo le responde: “De la rica” y le manda una veintena de fotos de todos los ‘juguetes’ (drogas) que tiene en stock. Marihuana, cocaína, éxtasis, metanfetaminas, LSD, tusi y popper son parte de su catálogo.
Luego de negociar el precio de la ‘merca’ y del envío, Ángelo le hace una transferencia. Pasan unos 25 minutos y recibe un nuevo mensaje: “Estoy afuera”. El trío de amigos se acerca a la puerta y saluda al ‘dealer’ (vendedor de droga), quien lo primero que dice es: “¿Pero van o no van a prender?” (encender marihuana). Cinco minutos después ya han ‘roleado’ y están fumando como grandes amigos.
Tocayo cuenta que él es su propio jefe, pero que el ‘material’ lo consigue un socio suyo, que es el que tiene los contactos en Colombia y les vende las sustancias. “Nos rotamos para viajar y traemos la mercancía para mes, mes y medio. Por tierra no hay tanto control, por eso siempre viajamos en bus”.
El microexpendedor ya tiene dos detenciones previas por posesión y venta de drogas. Pese a ello, aún se siente con la tranquilidad de publicar sus productos en los estados de sus aplicaciones de mensajería.
En uno de ellos, en el que sujeta en sus manos dos frascos llenos de ‘hierba’, se lee la leyenda: “Exótica: Silver Haze (variedad de marihuana), 25 dólares los tres G (gramos)’. De cosecha: Afghan kush, 15 dólares los 3 G. Fuma de la rica, no fumes chola”.
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Otro muestra sobres autosellables del tamaño de una moneda de 25 centavos, llenos de polvo blanco. La leyenda dice: “Rica (cocaína) colombiana, cero pastilla, cero raspado de pared. ¡Que no te agarre mal bajón!”.
“La primera vez caí por ‘gil’, andaba en bicicleta por la zona (vecindario) repartiendo una onza de hierba y me vieron a lo lejos los policías. Rapidito me agarraron, estuve ‘encanado’ (detenido) un mes hasta que el fiscal se bajó (el valor que exigía por abstenerse de acusarlo) y se le pagó”, recuerda y añade que por eso ahora todas las ventas las concreta en línea y prefiere los pagos por transferencia.
¿En redes sociales se venden libremente estas drogas?
“Promoción: Microdosis de psilocibina (compuesto químico presente en los hongos alucinógenos) con 20 % de descuento. Macrodosis de 5 g por $ 25”, indica una publicación en la cuenta de la red social Instagram @kallampawasi_ec.
En esta, dicho negocio publicita los supuestos beneficios de los hongos alucinógenos para “mejorar los procesos de pensamiento, memoria y concentración; tratar adicciones, trastornos depresivos y ansiedad, mejorar el estado de ánimo y aumentar la creatividad”.
Aunque la producción y comercialización de este compuesto está prohibido por la Ley de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas, son varios los negocios online que venden libremente este alucinógeno.
Otro caso es el de la cuenta de Facebook Ecuaseed: semillas de colección. En este perfil se ofrece asesoría técnica y todos los implementos necesarios para el cultivo de marihuana: abono, tierra, luces ultravioleta y semillas de cannabis.
Juan (nombre protegido) es consumidor frecuente de marihuana y llevaba algún tiempo con la idea de cultivar sus propias plantas. Así fue que, buscando, dio con este negocio. Le bastó intercambiar unos cuantos mensajes para concretar la venta de 10 semillas de dos variedades por 25 dólares.
Transfirió el dinero a una cuenta bancaria y una semana después le avisaron desde una agencia de courier que le habían enviado un documento y que se acercara a retirarlo.
En la ventanilla le entregaron un sobre de papel sellado con cinta, en el que supuestamente llegaba un documento. Sin embargo, una vez que lo abrió, notó que las hojas estaban en blanco y que en el doblez de los papeles estaban disimuladas las semillas que ordenó, junto con una tarjeta que decía que se trataba de semillas de colección y que cualquier uso indebido de las mismas era responsabilidad del comprador.
¿Las semillas de colección fueron usadas?
Dos semillas germinaron en el jardín de la casa de Juan. Tres meses después, con los respectivos cuidados, cosechó cuatro onzas (112 gramos) de cada planta, lo que le aseguró el suministro de hierba para dos meses y hasta para venderles a sus amigos de confianza.
“Saqué para mi consumo y con lo que vendí recuperé la inversión. Resultó un negocio redondo”, comenta Juan, quien sin darse cuenta se convirtió en microtraficante.
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