En uno de los Evangelios del Nuevo Testamento se cuenta que Herodes, monarca sanguinario, al anunciársele que nacería en Belén el futuro rey de su pueblo y que iba a ser por lo tanto su rival, ordenó que un pelotón de sus soldados acudiera a dicha población para que, al liquidar a todos los recién nacidos, asesinara también al hijo de José y María.

Este episodio bíblico se conoce como “la matanza de los inocentes” que, con el pasar del tiempo, fue tomado en otro sentido, más bien jocoso, creándose una fecha especial, el 28 de Diciembre (Jesús nació el 25), en la que se celebra el llamado “Día de los Inocentes” en el que, con datos “falsetes”, entre otros ardides, se hace caer en “inocentadas” al prójimo que cree a pie juntillas en lo que se le dice.

Ese día, pues, se celebró precisamente ayer. Y así como en los martes 13 se aconseja lo de “no te cases ni te embarques”, también fue útil esta expresión para que la tengamos muy en cuenta, evitando así que “nos hagan inocentes”... De esta forma no fuimos a un lugar, que nos indicaron con precisión, donde dizque estaban regalando dinero. Y menos a Carondelet, en donde Lenín dizque estaba dando cargos públicos a troche y moche a todo aquel que se declaraba anticorreísta de corazón, aunque haya sido durante la “década ganada” un ardiente seguidor del ahora exiliado en un ático de Bruselas. Algunos, sin haber caído en ninguna inocentada, se burocratizaron y ahora se olvidan de la orden de su exlíder: “Prohibido olvidar” y anden con “caretucos” más morenistas que el Gustavo Larrea o el Alberto Acosta.

El próximo año ojalá también nos curemos con tiempo de las consabidas “inocentadas”, porque es mejor “prevenir que remediar”... (FCV)