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Pomasqui: Un ‘Nazareno’ de otra ‘onda’
Diácono de una orden religiosa ha causado revuelo en Pomasqui por su labor. En la Parroquia dicen que es un sacerdote falso y sus sacramentos son inválidos. Pero él se defiende.
Jesús Noé Najera va vestido con sotana negra. En el cuello lleva una cruz color plata y piedras multicolor. Es alto, delgado y de barba poco poblada.
Lo llaman padre, pero aún no lo es. Se está preparando para tomar los hábitos en la Diócesis del Austro, una orden religiosa católica y apostólica, no amparada por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.
Recorre los barrios de Quito compartiendo “la palabra de Dios”. Y, aunque la presencia de Najera atrae las miradas de los creyentes, también desata el caos.
En la parroquia de Santa Rosa y Santa Clara de Pomasqui, en el norte de Quito, rechazan su credo. Lo llaman sacerdote falso, disfrazado. “Los sacramentos que él realiza no tienen validez en la Santa Madre Iglesia (católica, apostólica y romana)”, argumenta Francisco Almache, vicario de esa sede religiosa.
El sacerdote asegura que la orden de Najera está regulada por la Ley de Cultos, incluso por la Constitución del país, pero que confunde a los fieles y les miente al presentarse como un cura católico.
Pero hay vecinos de Santa Rosa de Pomasqui que lo defienden. Dicen que nunca hubo engaño. “El padrecito siempre nos explicó a dónde pertenecía y tuvo la buena voluntad de venir a la novena, mientras que los sacerdotes de la parroquia no”, menciona Blanca Tamayo.
Ella lo conoció durante un funeral. “Nunca nos ha cobrado. Me gusta cuando habla de Dios porque es más directo. Entiendo mejor que en la parroquia”, explica.
El servicio
Hace unos días, Najera llegó al sitio para participar en las festividades de Santa Rosa de Lima, patrona del lugar. Allí, muchos lo quieren. Le agradecen su presencia. No se sienten “estafados”. Confían en las credenciales que el diácono les ha mostrado. “A nosotros no nos importa el nombre de la religión, nos importa la fe”, insiste Elena Tamayo, una de las hermanas de Blanca.
Canciller de la Diócesis del Austro
Pero los residentes de ese barrio no son los únicos que lo respaldan. Isabel Cuichán, vecina de San Enrique de Velasco, en el norte de Quito, se siente devastada por “las difamaciones” en contra de Najera. Lo conoce hace más de cinco años e insiste en su “honestidad y buen actuar”.
Él fue quien bautizó a sus nietos y ella no ha tenido problema alguno en obtener los certificados respectivos.
A Najera también le dolió cuando lo llamaron “delincuente”. Durante las últimas noches no pudo parar de llorar y hasta dejó de comer. Pero la vocación le devolvió la fuerza, asegura. Siente que es la “envidia” la que motivó a los representantes de la parroquia se Santa Rosa y Santa Clara a llamarlo cura ‘trucho’, pero asegura que no lo es. Incluso contempla acciones legales por dañarle la honra.
Creyente
Lo respaldan desde lejos
En cuanto la lojana Mayra Lima supo de las acusaciones que pesaban en contra de Najera no dudó en pronunciarse en su favor. Lo mismo lo hicieron Rigoberto Reinos y Patricia Miño, dos migrantes ecuatorianos en España que conocieron al diácono durante un servicio y hoy les apena que su imagen esté por los suelos.