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La Caminata de la Fe marcó el inicio de la Semana Santa en la provincia de Tungurahua.Yadira Illescas / EXTRA

Caminata en Ambato: Un recorrido de 44 kilómetros de fe

Cada año, cientos de fieles se unen en la peregrinación de Tungurahua, pidiendo paz y protección

“Si camino, es porque mi corazón está lleno de gratitud”, dice Juan Orbea mientras ajusta su mochila y enciende una vela blanca. Lleva 20 años recorriendo 44 kilómetros desde Ambato hasta Baños de Agua Santa, provincia de Tungurahua, en la tradicional Caminata de la Fe, como una forma de agradecimiento.

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Llevando una efigie de la Virgen, el hombre de 55 años recuerda que hace una década su esposa superó una enfermedad grave. Desde entonces, emprende este camino nocturno con una sola intención: dar gracias a la Virgen de Agua Santa.

Este año, además, encendió su vela para “que Dios ilumine al nuevo presidente del Ecuador, porque el país necesita paz y justicia”.

Él y miles de fieles participaron en esta peregrinación, que ya lleva más de seis décadas llenando de fe los caminos de la provincia de Tungurahua.

En silencio o en oración, con velas encendidas y estampitas en las manos, caminaron bajo la luz de la luna desde Ambato rumbo a la Basílica de Baños.

Compromiso y fe de los participantes

Monseñor Giovanny Pazmiño, obispo de la Diócesis de Ambato, presidió la ceremonia religiosa con la que se inició la manifestación de fe, una de las actividades católicas más importantes de la provincia, antes de Semana Santa.

Ni el aire frío ni la lluvia impidieron que las familias canten, recen o simplemente avancen en silencio, movidas por su devoción.

Pedro Llanos, agricultor de Quero, se suma cada año al recorrido. “Lo prometí cuando se salvó mi cosecha del granizo el año pasado. El campo es mi vida y Dios me lo protege”, aseguró.

Caminata por una promesa

Este año, la fe se mezcla con la esperanza de un nuevo comienzo para el país. Muchos feligreses encendieron una vela pidiendo sabiduría para quien liderará Ecuador tras las elecciones. “No pedimos lujos, pedimos trabajo, paz y respeto. Y eso solo lo puede dar Dios”, dice Teresa Morales, madre de familia que viajó desde Pujilí.

Los primeros caminantes llegaron en la madrugada a la Basílica de Baños. Algunos lloraban, otros se arrodillaban. Muchos simplemente suspiraban y entraban al templo en silencio. Allí se ofició una misa especial en honor a la Virgen del Rosario de Agua Santa, considerada protectora de los peregrinos.

Para Margarita Espinosa, de 67 años, la llegada es el cierre de una promesa. “Hace tres años me detectaron un tumor. Prometí que si me sanaba, caminaría el resto de mis años mientras pueda. Y aquí estoy”, relató.

Más de 60 años tiene esta peregrinación nocturna y con ella muchos católicos iniciaron una semana llena de espiritualidad y reflexión.

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