Vivimos una época en la que todo lo que nos rodea es ‘inteligente’. La inteligencia es uno de los conceptos que más y mejor define las búsquedas contemporáneas y el tipo de sociedad que se construye a nivel mundial. Escuchamos hablar de ciudades inteligentes, teléfonos, empresas, carros, dispositivos, artefactos, entre otros, que simplemente existen y funcionan porque reflejan la capacidad de personas que pensaron, idearon, crearon e innovaron. Esto nos hace reflexionar desde una mirada optimista, que la revolución tecnológica que ahora nos permite experimentar los mejores réditos es la consecuencia del trabajo realizado por una generación de líderes profesionales más preparados, más curiosos y más inventivos.

Los líderes y profesionales actuales se enfrentan a nuevas necesidades y problemas presentes en la sociedad, lo que se convierte a su vez en grandes desafíos y retos para las empresas. La tendencia apunta a estructurar cada vez negocios más sustentables y sostenibles con gran potencial a partir de modelos tecnológicos, lo que requiere que los líderes desarrollen nuevas competencias para aprovechar los cambios, con responsabilidad y sobre todo con alta conciencia social y moral.

Las empresas inteligentes son aquellas que responsablemente logran sus objetivos, generan empleo, crecen y generan riqueza para propender a la equidad y con la convicción de ofrecer a sus grupos de interés (colaboradores, clientes, proveedores, competidores, gobierno, etc.) condiciones de desarrollo y progreso. Por eso requieren líderes inteligentes, que también sean cada vez más humanos.