No, no es percepción. Es realidad. Y una muy cruel la que viven los habitantes de Guayaquil, especialmente en este mes de ajetreo por las compras y compromisos navideños. Todos los días hay reportes de secuestros, asaltos y otros delitos que atentan contra la vida de los ciudadanos, que se sienten indefensos al momento de poner un pie en la vereda.

No es justo que un padre o madre, un joven trabajador o un estudiante, con su dinerito en sus bolsillos, sea despojado por delincuentes al salir de un centro comercial, en plena calle o cuando se embarca en un taxi al ser víctima de los ‘vueltas de terror’, casos que algunas veces acaban en tragedia, debido a la reacción de las víctimas, indignadas por ver cómo los pillos se quedan con lo que tanto les costó obtener.

Es incomprensible que, a pesar de las medidas tomadas, como el estado de excepción declarado por el gobierno, la inseguridad empeore. ¿Qué está haciendo realmente la policía para enfrentar estos crímenes? ¿Es suficiente el trabajo de inteligencia que se dice tener, o estamos ante una evidente falta de estrategia y de acción efectiva? Los ciudadanos no pueden seguir viviendo con el temor constante de ser víctimas de la delincuencia. ¿Acaso no se están desperdiciando recursos y esfuerzos, mientras la vida de las personas sigue en peligro?