Las pinzas con las que Daniel Noboa trata de manejar su condición de presidente/candidato parecen oxidadas. El votante ecuatoriano, aturdido por el populismo que se esparce en las redes sociales y el proselitismo que ya empieza a ensuciar el espacio público con carteles, necesita al menos dos cosas: claridad y confianza. Sin embargo, la situación del primer mandatario aporta poco a ambas.

En tiempos en que los candidatos deberían estar enfocados en ofrecer alternativas a las demandas ciudadanas en seguridad, empleo y servicios públicos (por mencionar algunas), hay un tire y afloje sobre la constitucionalidad de la decisión de Noboa de encargar la Presidencia por días mientras hace campaña. La Corte Constitucional aceptó a trámite una acción interpuesta contra el Decreto 500 con el que el presidente se fue y regresó en 60 horas a su cargo, y en el TCE llueven quejas de postulantes que alegan la violación de las reglas electorales. El Gobierno seguirá insistiendo en que Noboa “no está obligado a tomar una licencia para hacer campaña” y sus contendientes continuarán diciendo lo contrario. Mientras acusaciones van y vienen, los ciudadanos reciben pocas ideas.

Las esperanzas de escuchar propuestas y no peleas están puestas en el debate de este domingo 19 de enero. No obstante, lo ocurrido en el careo vicepresidencial, en el que prevaleció el balbuceo, puede ser un anticipo de lo que va a pasar ese día.

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