Momentos de terror fueron los que vivió Andrés Eduardo Santana cuando encontró los cuerpos desnudos y acribillados de sus jefes, en una hacienda bananera situada en el recinto Semibofe del cantón Simón Bolívar, en la vía a Pueblo Nuevo.

Poco antes de las diez de la mañana del viernes 10 de junio, el agricultor llegó a trabajar, como de costumbre.

Quiso reportarse con sus patrones y, al no encontrarlos en el lugar de siempre, decidió ingresar a la vivienda en la que habitaban, sin imaginar que se toparía con una aterradora escena.

Desde el inicio sospechó que algo no andaba bien, pues la puerta principal de la casa estaba abierta.

Cuando ingresó, vio manchas de sangre al subir las escaleras de madera. Se dirigió al dormitorio y encontró los cuerpos de sus jefes.

A las víctimas les habían propinado más de una docena de balazos.

El reporte policial indica que, de manera preliminar, contabilizaron 13 orificios de arma de fuego en el cuerpo de Jesús María Marte Paredes (conocido como el Cabo), de 32 años; mientras que Pascual Ruiz Mendoza, de 34 años, presentaba 12 perforaciones.

La causa del crimen es un misterio. Sin embargo, personal de la Dirección Nacional de Investigación de Delitos Contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Secuestro y Extorsión (Dinased) de la Subzona Guayas se encuentra haciendo las averiguaciones pertinentes, pues ambos se dedicaban a trabajar en la hacienda y solo salían para realizar compras. Así lo dio a conocer su empleado, Andrés Santana, agregando que llevaba un año y medio laborando con ellos.

Los cuerpos estaban desnudos y separados entre sí por unos dos metros de distancia. Al parecer, ambos fueron sorprendidos mientras dormían, pues uno quedó cubierto con varias prendas de vestir al pie de la cama. El otro cadáver estaba contra la pared, en posición fetal. 

Forzaron la puerta y revolvieron todo

Entre las primeras investigaciones realizadas por los uniformados, constataron que la puerta de acceso a la vivienda fue forzada, así como algunas de las ventanas.

Además, se observaba desorden total en toda la casa, como si alguien hubiera estado buscando algo.

Como indicios, Criminalística fijó nueve vainas percutidas de diferentes calibres. Los cuerpos de las víctimas, quienes no registran antecedentes penales, fueron levantados en horas de la tarde y llevados a la morgue de Milagro para continuar con las pericias.