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Simón Orrala y Priscila Bentacourt alertan sobre el riesgo de la caída de un árbol.GERARDO MENOSCAL

Guayaquil: vecinos de Bellavista temen una tragedia… y este es el motivo

Denuncian que el personal del Municipio solo acude a recoger los restos, sin realizar trabajos de prevención. Temen que caigan sobre alguna persona

El mayor temor de los habitantes de la ciudadela Bellavista, ubicada en el noroeste de Guayaquil, es que uno de los árboles plantados en el parque central ceda y termine cayendo sobre alguna persona.

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Hace seis meses se registró la primera caída de un arbusto y en los últimos dos meses se han desplomado tres más. La comunidad vive con preocupación constante, especialmente porque el parque es un espacio frecuentado diariamente por niños que juegan y adultos mayores que acuden a conversar y descansar.

Simón Orrala, quien anteriormente trabajó como jardinero y ahora se desempeña como conductor informal, comenta que el parque central de Bellavista tiene aproximadamente 40 años de existencia. ‘Desde el año pasado se han caído cuatro árboles. Siempre ocurre en invierno, cuando el suelo está más húmedo y las raíces ceden con mayor facilidad. Se caen como naipes’, explica.

La comunidad denuncia que el departamento de Áreas Verdes del Municipio de Guayaquil llega al lugar ya cuando los árboles se han caído, sin realizar inspecciones o un mantenimiento preventivo. “El año pasado se cayó uno y este año ya van tres. Gracias a Dios, ninguno ha herido a alguien. Pero esto no es suerte: es una advertencia”, señala Orrala.

Así lucen los robles que rodean el parque, con sus troncos agrietados y ramas secas.GERARDO MENOSCAL

Priscila Betancourt, otra vecina, asegura que si algo se ha arreglado en el parque ha sido por iniciativa propia de los residentes. “Nos hemos organizado entre vecinos para limpiar, arreglar juegos y podar algunas ramas, pero esto debería hacerlo el Municipio. Si uno de esos árboles se cae sobre un niño o un adulto, ¿quién se hará responsable?”, cuestiona.

Ambos vecinos coinciden en que la falta de mantenimiento adecuado y la presencia de plagas que debilitan los árboles es una combinación peligrosa.

“El último árbol cayó hace apenas dos semanas. Solo entonces vinieron a recoger los restos. Pero nadie ha venido a evaluar los demás árboles ni a prevenir nuevas caídas”, advierte Orrala.

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