No hay como la comida ecuatoriana dice Mar Rendón, por eso en cuanto salió del aeropuerto se comió un bolón.

“Iba en el carro y ya me comí el bolón de verde que me obsequiaron las chicas del club de fans”, indica.

Al tercer día cuenta que ya se había comido un encebollado y una cazuela.

“En México viví una experiencia increíble, pero estar en mi país y comer lo que tanto me gusta es lo mejor. No sé cuántas libras habré subido, me va a tocar hacer dieta para recuperar el peso”.

Así como ella, el cantante rocolero Aladino asegura que le sucede a él, ya que cuando vuelve de sus giras enseguida se pega un buen encebollado.

“El ceviche de camarón, pulpo y calamar es otro de mis platos favoritos. No pueden faltar cada vez que regreso a mi tierra”.

Añade que los platillos típicos no tienen comparación, de ahí que sean de los más apreciados por los compatriotas. “El mejor regalo cuando uno va para el exterior es llevar a la familia o amigos cangrejos y conchas”, dice el intérprete de Penas.

Con él está de acuerdo Ángel Guaraca, aunque para el riobambeño sus gustos por la comida son muy diferentes.

“La coladita de cuy es mi favorita, porque eso da energía y vitalidad”, explica.

Para demostrar que es un buen cocinero hasta se lanza a indicar como es la preparación.

“Es la comida de nuestros ancestros indígenas, también se la llama la comida de los dioses. Eso sí, hay que saberla preparar con buena máchica de cebada, zanahoria blanca, nabo, cebolla blanca, culantro y aceite”. Esa es la mejor manera de guisarla. “El resto del sabor lo pone el cuy. Es algo muy típico de la Sierra ecuatoriana”.

Para el actor David Reinoso, no hay nada mejor que lo nuestro.

“El encebollado y el caldo de salchicha son lo más rico. Los he comido en Estados Unidos, pero no hay ningún lugar donde lo hagan más rico que en el país”.

Mientras que Pablo Mario Ansaldo comenta que hasta en los Estados Unidos busca los restaurantes ecuatorianos para comer.

Logan cuando volvió de Turquía, del reality El Poder del Amor, no llegó a su casa, primero fue a comer encebollado y bolones. “Quedé tan lleno que sentí que explotaba”, recuerda.