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Marlon Ganchozo, de campeón a repartidor de colas
Alcanzó la gloria con los Albos en la Recopa y del campeonato nacional 2010. En el 2019 buscó equipo. En el 2020 con la pandemia todo cambió
De los golazos a los colazos. La vida de Marlon Ganchozo, campeón ecuatoriano y de la Recopa Sudamericana con Liga de Quito en 2010, cambió durante la pandemia. Ahora ‘juega’ en otras canchas, algunas están en zonas candela del suburbio de Guayaquil. En su nuevo trabajo ya no reparte balones a sus compañeros, sino cajas de gaseosas.
Ahora luce jean y un atuendo con los logos de la empresa para la que labora, además de que cambió los zapatos deportivos por unas botas de cuero de seguridad. El defensa y volante bien podría ser parte de cualquier equipo de LigaPro, pero actualmente ‘camella’ en la entrega de productos.
Calle Guerrero Martínez, entre la E y la F, suroeste porteño. El ambiente no tiene nada que ver con los camerinos ni concentraciones.
Marlon tiene de compañeros de equipo a Douglas Villao y Eduardo Campuzano, con quienes hacen las ‘jugadas del día’. Llegan a las tiendas con los pedidos de colas, abren las puertas del camión y bajan el carrito para cargar las jabas con las botellas. Ojo: deben estar bien pilas con los pillos.
Marlon tiene 32 años y desde hace tres dejó de jugar balompié profesionalmente.
Esta cancha es diferente... pero hay que trabajar.
Gracias a Dios ha sido la oportunidad que me ha brindado esta linda empresa. El beneficio es para mí y mi familia, es la forma de ganarme la vida de buena manera. Ojo, todavía no me he retirado del fútbol, creo que tengo mucho que dar todavía. Lo he dejado a un costado, pero hay que ganarse primero el sustento diario de manera honrada. A raíz de la pandemia todo cambió, se vino abajo la economía deportiva y tocó cambiar de labor.
¿En qué momento tomó la decisión de hacer una ‘pausa’?
Te voy a decir la verdad: en el fútbol te pagan dos o tres meses y es duro que al fin de año tus hijos no tengan nada que ponerse, nada de alegría por juguetes en Navidad. Es dura esa situación y me tocó vivirla.
¿Cuándo le sucedió?
En época de pandemia, en el 2020, me ocurrió eso. Entonces tocó hacer una carpeta y buscar trabajo. Llegué a Arca a meter los papeles y me recibieron. Pensaban que era mentira, que estaba bromeando. En la hoja de vida estaban los clubes en los que había jugado, solo tenía experiencia en el fútbol. Gracias a Dios me abrieron las puertas de la empresa.
¿Cuál fue su último equipo?
Estuve en Guayaquil Sport hasta el 2017, luego me quedé sin trabajo. Ahora llevo cuatro años en la empresa.
¿Qué labor desarrolla?
Soy un vendedor júnior, nos encargamos de llevar los productos a las tiendas donde han hecho los pedidos.
¿Fue duro al inicio?
Fue durísimo, es un trabajo en el que se hace mucha fuerza. Yo lo más duro que hacía era ir al gimnasio y nada más. Pero lo bueno es que tengo un trabajo estable.
Pero tiene que estar bien de la cabeza, para no marearse...
Sí, me costó mucho. Para un jugador que ama lo que hace, dar un paso al costado es difícil, y con la edad que tenía... Gracias a Dios no estoy arrepentido de la decisión que tomé. Pasar de entrenar a darle con todo a la fuerza fue un paso diferente. Lo lindo es que tengo trabajo y los fines de semana juego con varios equipos en torneos de empresas y barriales.
Con 32 años está ‘entero’ para el fútbol.
Físicamente sí. Hago gimnasio, entreno y juego muchos partidos.
Podría volver al balompié profesional, perfectamente.
Puede que sí, pero no depende de mí. Primero hay que hablar lo del sueldo y ver que sea un proyecto de verdad. No puedo dejar lo seguro por lo inseguro. Y (necesito) hablarlo con mi esposa, Génesis Vélez, que ha sido un puntal en todo. Ha estado en las buenas y en las malas. Aquí tengo una entrada segura, con eso mantengo a mis hijos (Randy, Marlon y Thiago) y tengo tranquilidad.
Fue doble campeón con Liga de Quito.
Fue lo mejor que me pasó en mi carrera, la Recopa del 2010 y el campeonato nacional en el Capwell el mismo año. Tener los recuerdos, las medallas, las fotos, es lo que te deja el fútbol.
¿Qué más le dejó el deporte?
Lo más importante, mi casa para mi familia. Carro no tuve, pero no importa. También me ha dejado amigos, y lo más valioso que tengo: salud, el resto. Hay que salir adelante, que la vida sigue. Y seguir humilde.
Le quedó pendiente jugar en Barcelona, del cual es hincha, ¿verdad?
Eso es verdad, Barcelona es mi equipo desde pequeño. El presidente Alfaro Moreno me conoce de cuando estuve en su academia. Si ahora me preguntaran en qué equipo me gustaría jugar, diría que en el Ídolo, donde me gustaría retirarme. Mi papá fue barcelonista. El Monumental fue el primer estadio que conocí.
La gente lo reconoce.
Al inicio no lo podían creer cuando les decía que yo iba a trabajar con ellos. Luego nos tomamos fotos con todos. Me dicen que soy humilde. Me llevo bien con todos, les gusta que trabajen con ellos.
Se lo ‘pelean’ para que refuerce al equipo de la empresa, seguramente.
Acá cada jugador lo hace por el sector en el que trabaja y no hay problema. Pero igual en las noches juego en varios equipos. Desde el miércoles comienza el ‘peloteo’.
Hay vida después del balompié, entonces.
Claro que sí. Lo más importante es que la familia esté bien.
¿Está al día del fútbol profesional?
Todas las semanas estoy metido con lo que pasa con todos los equipos.