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Mamita de Plata: “Le pedí a Gonzalo que se ponga en manos de Dios”
A Mónica Jiménez, la madre de la Joya Plata, le lanzaban las puertas en la cara cuando buscaba trabajo. Ahora disfruta de las genialidades de su hijo.
Mónica Jiménez no juega fútbol, pero sabe mucho de este deporte que le arranca alegrías a los ecuatorianos. También conoce cuántos sacrificios hacen los padres para que sus hijos cumplan sus sueños y se conviertan en jugadores profesionales. Ella lo ha vivido y sudado, no dentro de una cancha, pero sí fuera. Es la mamá de Gonzalo Plata y ella también clasificó al ‘mundial’ de las madres orgullosas de sus ‘pelados’.
Cuando Gonzalo era un niño, a doña Mónica le tocó vivir las etapas amargas para poder mantener a sus hijos.
Tuvo que trabajar en casas ajenas y lavar ropa de otros. Pero cuando descubrió que vender comida era lo suyo, lo hizo con amor.
Todo mejoró cuando la Joya, a punta de gambetas y goles, llevó a la Tri a su primer título sudamericano sub-20, al tercer lugar en la Copa del Mundo de esa misma categoría en 2019 y dio el salto a Europa.
Mónica Jiménez, mamá de Gonzalo Plata, celebra con comida la llegada a #Qatar2022 de #LaTri.
— Diario Extra (@DiarioExtraEc) March 25, 2022
Aquí @jersonruiz nos trae los detalles... pic.twitter.com/KwstGVvtDN
Gonzalo es un buen hijo, le prometió darle todo lo que pueda para mejorar su vida. Y lo ha cumplido.
Doña Mónica dejó la casa en el suburbio de Guayaquil y se mudó al norte. Pero ella asegura seguir siendo la misma trabajadora. Dice que nació para eso.
En su hogar se respira fútbol y comida. Parece una cancha de fútbol, tiene césped sintético por varias partes, también está adornada por las camisetas de los equipos donde ha militado Gonzalo: Independiente del Valle, Sporting de Lisboa, Real Valladolid y la selección.
La tarde y noche del jueves 24 de marzo preparó una parrillada para celebrar el pase de Ecuador al Mundial de Catar.
“Bienvenidos a mi humilde hogar”, nos dice sonriente.
Pero ese juego no era el más esperado por ella, sino en el que Gonzalo estará de titular, el próximo martes ante Argentina en el Monumental.
Esta entrevista se desarrolló en la cocina de la casa de la mamá de Plata, entre piqueos, emociones y un riquísimo aroma a parrillada. ¡Qué envidia!
Desde 2019 la palabra Mundial ronda la casa de ustedes, primero con la sub 20 en Polonia y ahora en Catar...
Sí, es algo lindo, es algo para darle las gracias a Dios, pero Él solo sabe lo que ha costado todo. El sacrificio que se hizo cuando no se tenía nada, pero el apoyo de las personas de buen corazón estuvo presente.
Cuando Gonzalo llegó al Mundial sub-20, algo en mi corazón me hizo que le dijera que venían cosas grandes para él y ahora lo de Catar 2022 es una bendición, pero también le dije que debía de entregar más de él. Y que debía de ponerse en las manos de Dios.
¿Esto lo soñó?
La verdad, nunca, ni imaginé que íbamos a estar hablando del Mundial. Lo único que yo hacía era buscar trabajo para mantener a mis hijos. Nunca pensamos que esto se podía dar.
Los jugadores que van a los mundiales se convierten en inolvidables y Gonzalo lo es por partida doble.
Eso es un regalo de mi Dios, el que sude la camiseta de Ecuador es una alegría que no le puedo explicar. Me siento orgullosa como madre, me siento complacida, y puedo decir que he cumplido como madre.
¿En qué partido de las eliminatorias sufrió más?
Se decía que los brasileños le iban a dar duro. Y sí que sufrí mucho (1-1 en Quito), pero ya pasó.
¿A qué jugador se la ‘dedicó’ para defender a su hijo?
Le advertí a Gonzalo en el partido ante Colombia de visitante, le dije que lo que le había hecho a James Rodríguez en Quito no se lo iban a perdonar (tremenda galleteada). Le dije que debía de estar a la defensiva, que si le daban que no diga nada, que se levante y siga. Quién le manda a hacerle esa jugada a James. Lo bueno es que se cuidó y no pasó nada.
¿El partido más inolvidable?
Ante Uruguay (4-2 en Quito). ¡Wow! En ese sí que me divertí. Llegó el gol de mi hijito, ni él esperaba en convertir, eso fue único. Fueron 90 minutos inolvidables, me sentí feliz al máximo.
¿Es verdad que tiene una cábala en los partidos?
No sé si es cábala o una simple costumbre, pero cuando mi hijo juega y arranca el partido me gusta estar sentada en el suelo, en el primer reclamo me levanto y me pongo a cocinar, es algo que me sale natural.
Claro que antes de eso le mando un mensaje que siempre dice lo mismo, que confíe en él y que Dios lo va a ayudar.
¿Verlo a Gonzalo mundialista es una misión cumplida?
Sí, porque vengo viéndolo entrenar desde los 5 años, cuando lo tenía que ir guiando para que no hiciera las cosas mal. Y lo mismo ahora, tengo que estar llamándolo para ver cómo va. Es el deber de toda madre.
Sus vecinos en su anterior casa dicen que usted se sacó ‘la madre’ trabajando para poder criarlos.
Me tocó trabajar fuerte por mis hijos, y ese es el deber de cada madre, darle lo mejor a sus hijos.
Eso es duro...
Es muy duro para una madre con cinco hijos, salir a luchar todos los días, pero Dios es grande y solo Él sabe cómo hace las cosas.
¿Y de todos esos oficios, cuál fue el más complicado?
Ir a buscar trabajo de casa en casa, y a veces en la cara me cerraban las puertas, pero eso me motivaba para seguir luchando hasta conseguirlo. Lo bueno es que nunca me dejé. La idea era poder sacar adelante a mis hijos.
¿Qué le daba fuerzas?
Mis hijos, eso era lo mejor. Cada vez que les daba de comer era una motivación. Dios le pone muchas pruebas.
¿Nos vamos a Catar?
Esa es la idea, poder ir a disfrutar del Mundial, si Dios me permite ir, estaré apoyando a mi hijo.
¿Y qué le preparará a Gonzalo, ya que el martes quedará libre de la Tri?
A él le gusta el encocado de camarones y concha. A eso se le suma los maduros fritos.
¿Y de ‘pelado’ era obediente para comer?
Teníamos problemas porque no le gustaba la sopa, pero conmigo tenía que comer o comer, no había más. Y hasta ahora sigue así.