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¡A comer en el suelo... en Catar!
Hay 3 opciones para alimentarse: la comida local basada en pollo, ternera y cordero. Hacerlo como acostumbra la gente de este país o comidas rápidas.
Estamos en Doha y ya es hora de comer. ¿Pero qué nos vamos a servir? Aquí tenemos tres formas de poder alimentarnos. La primera opción es ir por la aventura de probar la comida local, independientemente de los ingredientes usados.
La otra salida es transformarse en un cataríe o habitante del Medio Oriente y comer a su estilo. Y por último queda también la chance de ‘aplicar’ la más fácil: buscar la comida rápida que ofrecen las cadenas internacionales y pensar que estamos en Ecuador.
AQUÍ VAMOS
Si quieren comer, hay sitios de todo precio, desde los restaurantes llamados ‘normales’ que están en el único mercado grande, que se llama Souk Waqif y se ubica en el centro de Doha, justo al frente del reloj que marca la hora del Mundial.
De entrada tratamos de pedir el plato tradicional, el que más se come, es decir como una guatita en Guayaquil o el caldo del 31 en Quito. Nos inclinamos por el majboos, porque Liton Aminuil Hoque, un ciudadano de Bangladesh que es nuestro guía y chofer en Doha, nos asegura que esa comida es riquísima.
Esperamos un rato hasta que nos traen el famoso majboos, que describiremos a continuación ‘a lo ecuatoriano’. Se trata de un plato de arroz colorado, con presas de pollo como si estuvieran fritas. Contiene también una especie de ajíes, que en realidad tienen sabor a pimiento. Además, el toque de Medio Oriente: almendras, otras semillas y unas pasas gigantes. La ‘plena’ que está riquísimo.
Estuvo tan delicioso que pedimos otro plato, porque en la repetición está el gusto. Y como dice la canción, “solo se vive una vez”.
Quedamos tan llenos que de ley subimos un par de libras. Ni siquiera queda espacio para probar el saloona, platillo que solo vimos y luce como una especie de caldo o estofado, o más bien una fanesca, porque tiene de todo: carne de cordero y de ternera, pescado, verduras, jengibre, ajo. Su color es parecido al del caldo de salchichas ecuatoriano, y como con eso no me llevó, mejor desde lejos. Pilas: debe tener presente que para comer este plato hay que tener pan, para untarlo con el caldo.
Y no podemos olvidarnos de los tradicionales shawarmas, que se venden desde $ 1,50.
¿Y los demás precios? En restaurantes no tan lujosos (los que podríamos llamar ‘normalitos’), los platos van desde los 8 dólares. Claro que si se cree jeque, puede ir a sitios donde le van a sacar un ojo de la cara y la mitad del otro.
Quienes vayan a Catar vivirán una experiencia espectacular en cuanto a nuevos sabores. Pero si usted es de los que prefiere no arriesgarse, puede ir tranquilo a las cadenas internacionales y pagará los mismos precios que en Ecuador.
OJO CON ESTO
Puede pedir platos como los kofte, que son unas bolitas de carne de ternera, parecidas a las que sirven en las fiestas, solo que más grandes. Una ricura.
Asimismo hay platos como la sopa de pollo y vegetales. Cabe destacar que la mayoría de las recetas se preparan con carne de ternera, pollo y mariscos. Y si quiere un famoso helado turco con el baile incluido, eso sí es carito: 8 dólares, aproximadamente.
COMER EN EL SUELO
COMO LOS ÁRABES
Y en el último día de estar en Catar decidimos buscar un lugar para comer como lo hacen los árabes. El ecuatoriano Bolívar Holguín estaba de visita en Doha y qué mejor que compartir con él esa experiencia.
Llegamos a Eldehleez, un restaurante ubicado en un sector popular. Ahí nos enseñan que hay dos formas para comer: usando las sillas normales y haciéndolo como los árabes.
Pedimos comer como lo hacen ellos. Entonces lo primero que nos indican es que debemos quitarnos los zapatos. Luego nos dirigen a una especie de cuartito (los hay hasta para 6 personas) que tiene una cortina y donde, para nuestra sorpresa, no había mesas ni sillas. Lo único que contiene esa habitación es un mantel y unas almohadas...
Nos quedamos perplejos. La mesa era el suelo, por lo que debemos sentarnos allí, cruzar las piernas y esperar que venga la persona con la comida. Antes de eso colocan en el piso una especie de manta cuadrada, como si fuera la mesa.
Las almohadas sirven para medio recostarse y al final ‘pegarse’ una siestita. Traen las botellas de agua, luego nos sirven una ensalada y al final llega el arroz y unas costillas deliciosas.
No debe olvidar dar gracias a Dios antes de la comida y tratar de no hacer bulla. Aquí se viene a comer, no a hablar.
Al final nos quedamos con la barriga llena, el corazón contento y el bolsillo feliz. La comida nos cuesta 8 dólares por persona, un buen precio para una experiencia única. La gente de Medio Oriente nos ve y se ríe, pero es notorio que les gusta que los visitantes ‘sudacas’ disfruten de sus costumbres.