River Plate suma 14 goles en 16 partidos, su carencia de eficacia es un pasivo que erosiona su gestión del partido. Al repetirse esta sombra, los argentinos, pese a construir ofensivamente, deben lidiar con la creciente angustia de ¡otra vez, lo mismo!

Y es que River ante Barcelona generó siete ocasiones, pero en todas fracasó. Demostró ser un equipo asediado por su inseguridad y, angustiándose por ello, terminó minándose a sí mismo. Ni en el penal que ‘regaló’ Contreras los terminó sacando de esa frustración: contundencia cero.

José David Contreras, agrandado

El penal hizo diferencia. Contreras, en formidable atajada, pagó el haberlo provocado; Driussi pateó correctamente -templado y a un costado-, pero el llanero despejó gracias a su instinto, gracias al pasito al frente que dio ni bien pitó el juez y a sus brazos fortísimos.

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La lección: si de penal no marcaste, en este partido no lo harás. Con yapa de suerte y gran ubicación, Contreras estuvo lúcido y atléticamente estupendo. Vencido ante Montiel, despejó también con su pierna; ese acierto recordó la jerarquía de Galíndez, uno de los mejores arqueros de América.

Barcelona, un empate sin saber leer ni escribir

Barcelona se defendió como pudo en los últimos 35 metros, y cuando el susto lo apremió, apeló al ‘bartoleo’. No hubo contención al medio, no tuvo posesión de balón, no atacó, es así como logró su primer punto en el desierto Monumental de Buenos Aires.

El DT Castillo acertó en los cambios finales. Felipao entró para perturbar la salida rival desde el fondo, demostrando que un veterano de su calibre mejor toma recaudos. Eso sin quitarle méritos a Campi, un central que ha mostrado ser un ‘presidente de comité de crisis’, pues ingresó y sumó calma en el fragor de los minutos finales. Al final, el Ídolo se llevó un empate ‘monumental’. ¡Salud!

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