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Buena Vida

Los límites deben empezar lo más pronto posible.Shutterstock

¡Mi hijo insulta! ¿Qué hago?

Expertos recomiendan poner límites lo más pronto posible, porque esta situación podría hacerte pasar vergüenza

El insulto también es agresión. Entonces ¿quieres un hijo violento o una hija maltratada? La última se puede dar porque la niña se acostumbra a recibirlos y llegará a un punto en que creerá que es normal. Por ello, como padre de familia debes poner un límite ahora mismo. No creas que porque tu hijo habla con la ‘lengua mocha’ se le escucha lindo todo lo que diga.

“Los límites deben aparecer desde los primeros años de vida del infante. Las malas palabras no son parte de una crianza positiva, si esto avanza podría presentarse un problema en su conducta”, dice la psicóloga Daniela Terán.

Tu comportamiento también es importante, ya que los niños aprenden generalmente por imitación. Si eres de los que insulta cuando te enojas por cualquier cosa, difícilmente tendrás autoridad moral para corregirlo. Tu responsabilidad es explicarle qué palabras son aceptables y cuáles no. ¡Suerte!

Lo que debes hacer

 Corrige con amor y ármate de paciencia. 

Pon los límites y recuerda que no tienes que caer siempre en enojos. Tu estrategia es hacerle notar que las malas palabras no son positivas.

Eres ejemplo.

No te olvides que tu hijo te está observando e imita tu comportamiento. Esto es algo vital en su educación.

Si tu hijo está alterado.

Ese no es el mejor momento para hablar con el pequeño. No te va a escuchar y mucho menos va a razonar. Dale un tiempo para que se relaje, luego habla con él sobre lo que ha hecho, y explícale que no está bien decir palabrotas.

La experta

“Todas las palabras tienen efecto en las personas. Por ello, a las malas, no hay que normalizarlas porque el niño podría acostumbrarse a recibirlas y en un futuro vienen las malas elecciones de las parejas. Una mujer podría creer que es normal que su esposo la insulte porque no le salió bien la comida”. Daniela Terán, psicóloga clínica y máster en salud, integración y discapacidad.

Las claves

1. La edad. No es lo mismo el insulto de un niño de 1 año, al de uno de 7 o un adolescente. El primero no controla sus emociones, mientras que a los otros ya se les puede considerar como un problema de conducta.

2. Hay que poner atención al contexto en el que se produce el insulto. Cuando el niño es pequeño generalmente no entiende lo que significa.