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Buena Vida
Catalina García y Gabriel Ochoa, unidos por la investigación
Ella es periodista de sucesos, y él, policía de Criminalística. Muchas veces les ha tocado trabajar en los mismos casos. Evitan hablar de esos temas
Q ue los polos opuestos se atraen es un dicho que le cae como anillo al dedo a la reportera de sucesos Catalina García, y al Mayor de Policía Gabriel Ochoa, quien se desempeña como investigador en el departamento de Criminalística de Guayaquil.
Ella, guayaquileña de 38 años, se considera extrovertida, efervescente, conversona y amiguera. Él, quiteño de 39, es todo lo contrario. Calmado, introvertido, que ha dedicado su vida a los estudios. Es abogado, docente en la UEES y la Ecotec, con tres maestrías en Criminalística, criminología delincuencial y ciencias forenses por las universidades de en Argentina y Valencia.
Lo de ambos fue amor a primera vista. Catalina lo conoció cuando fue a entrevistarlo por un caso que, desde sus respectivos puestos los dos estaban investigando. El policía le proporcionó los datos que luego la comunicadora usó en su nota para el noticiero de Teleamazonas, donde labora desde hace una década.
Gabriel confiesa que la había visto en la televisión, pero cuando la tuvo en frente no dudó en enviarle, dos semanas después, un mensaje invitándola a tomar un café.
Quería conocerla, pero al no obtener respuesta, insistió un par de veces por medio de mensajes directos a Facebook e Instagram, pero el silencio persistió. Cuatro meses después, cuando todo se suponía perdido, al regresar de un viaje familiar, el oficial halló en su celular la respuesta que tanto había esperado.
Catalina admite que no le respondió porque siempre pasaba ocupada y estaba enfocada en su trabajo, en el que tenía poco tiempo de haber ingresado. Luego de siete meses de enamorados, decidieron jurarse amor eterno ante el altar.
Las reglas del hogar
Fuera del hogar suelen encontrarse en coberturas, pero ella prefiere alejarse. Ha habido ocasiones en que ni siquiera le comenta a su esposo los lugares a donde va a hacer las coberturas, para no preocuparlo.
Por ejemplo, cuando acudió, con casco y chaleco antibalas, a Socio vivienda, un sector conflictivo tomado por la delincuencia. Gabriel se enteró solo cuando la vio en un video reporteando.
“Yo dejé de preguntarle sobre los casos que investigaba, mentiría si te digo que no lo hacía. Pero decidí no hacerlo, porque él es bien reservado con su trabajo. En un momento sentí que se incomodaba y yo me daba cuenta. Es de los policías que se guarda la investigación. Me daba coraje, pero lo entendí”, relata García, quien dice haber aprendido de protocolos policiales que su esposo le ha enseñado, sobre todo, a no pasarse las cintas amarillas que marcan zonas a las que no se pude acceder.
Cuando son casos delicados que a ambos les ha tocado investigar, ella trata de esquivarlo porque sabe que Ochoa estará a cargo de ese trabajo. Siempre va a existir la duda, sobre todo, en casos en los que él está, de una supuesta fuga de información, algo que ella evita.
“Una cosa es el crimen diario, pero hay casos más delicados, los de connotación nacional, y cuando eso pasa los manejan directamente en Quito y respiro un poco”, asegura.
En el hogar tienen una regla inquebrantable: no hablar de trabajo.
“La regla es que yo no interfiero en su trabajo, ni ella en el mío, entonces cuando llegamos al hogar compartimos con nuestro hijo. Cada uno tiene su fuente de información, creería que ella tiene más datos, pero por cuestiones profesionales y de reserva no le cuento. Diría que Cata no depende de mí para hacer sus notas”, explica el oficial.
El pase
En la vida de todo policía, la sombra del pase a otra ciudad o provincia siempre está al acecho. Aunque Gabriel sabe que eso podría darse en cualquier momento, está consciente que, aunque no quisiera alejarse nunca de su hijo, debe cumplir con su misión. Por su parte, Catalina asegura que jamás dejará de ser periodista y que hará su trabajo en cualquier parte donde la pongan.
La esposa del Comandante
Catalina dice estar preparada para ser la esposa del Comandante General de la Policía y se visualiza para ello. “Nunca me gustaron los uniformados, pero desde que lo conocí me llamó él la atención. Lo vi como un hombre inteligente con quien se puede conversar. Dije este hombre es para mí. Nos casamos grandes, yo de 30 y Gabriel de 31. No encontraba a alguien con quien tener una buena conversación. Uno va equivocándose en la vida y en el ‘pajareo’ del enamoramiento. Con él me sienta segura y protegida”.
Más de ellos
- Gabriel cumple 40 años, este 14 de febrero. Será un festejo por partida doble. El mejor regalo para él son los chocolates que tanto ama o un buen libro.
- Catalina prefiere los perfumes, zapatos y ropa. Su esposo suele sorprenderla con esos detalles. En las cenas nunca faltan las flores que él le regala.
- Son padres de un niño de año y medio, que llegó como un milagro, luego de varios años de espera.
- El oficial tiene 20 años en la Policía. Es hijo único, mientras que la comunicadora, es la séptima de una familia numerosa. Está por iniciar una maestría que no pudo tomar, por el embarazo.