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Opinión

Editorial: Escuelas anegadas, futuro en riesgo

Porque una educación de calidad no empieza en el aula, empieza en las condiciones que la hacen posible

Todos los años ocurre lo mismo, y los más perjudicados siguen siendo los estudiantes de las zonas rurales de la Costa. Nuevamente, algunos centros educativos de El Oro, Guayas y Los Ríos no podrán recibir a sus alumnos debido a las inundaciones en los salones, la proliferación de mosquitos y la maleza, que aunque no representan una emergencia grave, impiden el desarrollo normal de las clases.

Como en cada inicio de periodo lectivo, son los padres de familia quienes deben salir al rescate de las escuelas con mingas de limpieza y hasta metiéndose la mano al bolsillo para ciertos arreglos, cuando esa debería ser una responsabilidad del Ministerio de Educación. Son las autoridades quienes deben monitorear el estado de la infraestructura, sobre todo en temporada invernal, para prevenir estos problemas.

Resulta lamentable ver cómo el Ministerio prioriza otros temas, pero no el estado físico de los planteles educativos antes del inicio de clases. Bien dice el dicho: lo que mal empieza, mal acaba. Sin embargo, aún hay tiempo para corregir el rumbo. Si se escucha a las comunidades, si se invierte donde más se necesita y se actúa con planificación, todavía se puede garantizar un ciclo escolar digno para todos. Porque una educación de calidad no empieza en el aula, empieza en las condiciones que la hacen posible.