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La suite de oro: ¡La lamparota de Dubái!
EXTRA desde Dubái con la idea de los emiratíes de poder demostrar al mundo que ellos son los más ricos del planeta.
Dubái es el destino número uno del momento para viajar. Esta ciudad de los Emiratos Árabes Unidos, en Medio Oriente, tiene una mezcla de lo mágico con lo real y muchos se preguntan sobre qué tan caro sería alojarse en un hotel de esta ciudad.
Para pasar la noche, bien puede pagar desde unos $ 15 por persona hasta unos $ 25.000. Sí, ese billetote solo por ‘ruquear’ unas pocas horas en el famoso hotel 7 estrellas, el Burj Al Arab Jumeirah, el lujo en su mayor esplendor y que fue construido en una isla artificial. El lugar donde todos queremos ir, aunque sea para la fotito.
Muchos se quedan afuera de las instalaciones y van hasta ahí solo por la novelería de la foto. Pero nuestro objetivo era entrar, porque todos los días no se está en una metrópoli como esta.
Pero ¿cómo le hacemos? ¿Y este señor cómo entró? era lo que daba vueltas en la cabeza.
Muchos piensan que debes pagar los $ 1.300 que cuesta la noche en una habitación o los $ 25.000 que representa ir a la Suite Royal, la más famosa y cara del mundo.
Queríamos conocerla y para eso solo era cuestión de pagar $ 71 por un tour y ‘lamparear’ que se estuvo en ese lugar. Te llevan en un carrito, pero si tienes más dinero contratas un Rolls Royce.
En realidad la suite son 800 metros de full lujo. Aquí lo único humilde es el aire, porque es gratis. El resto es una muestra de que las cosas caras son las que mandan. Son dos plantas, tienen una cama giratoria que es fabulosa y dan ganas de echarse a dormir ahí.
Hasta antes de la pandemia se la alquilaba, pero han sido pocas personas las que se han dado el lujo de pagar el dinero que cuesta. En realidad es como un megadepartamento donde el oro y las piedras preciosas abundan. Ahora está solo en exhibición.
A LO ECUATORIANO
Para ir al Burj Al Arab hay tres opciones. La primera: te hospedas en el sitio, algo que, en nuestro caso, lo descartamos por un hotel de $ 25 la noche. Segunda alternativa: se puede ir a uno de tantos los bares que existen, pero por lo recaros eso quedó para la historia. Solo como ejemplo, una cola pequeña cuesta nada menos que $ 17. Y sí que duele pagar eso, pues cuando tocó pagar casi nos desmayamos; lo bueno es que nos atendía el ‘clon’ de Georgina Rodríguez (la esposa de Cristiano Ronaldo), una bellísima chica de Marruecos. Y para quienes les gusta la cerveza, igual deben pagar 17 dólares por una de marca japonesa.
Bolívar Holguín, un ecuatoriano que también estaba de paseo, dijo: “nos vamos a tomar esa cerveza despacito, como si fuera una jaba”. Y así lo hizo, saboreando cada centavo que pagó por ella.
Y por último la forma más fácil de estar en el hotel número 1 del mundo es comprando una entrada exclusiva para conocer la famosa Suite Royal, que va desde $ 65. Una vez con el boleto en mano hay un sueño de 90 minutos y hasta uno llegar a creerse el jeque de Ecuador.
Un carrito lo espera afuera y entra a la playa hotel. En segundos pasa de ser un turista normal que se hace la foto desde fuera del hotel a uno que está en otro nivel. Le dan una credencial para acceder.
Todo lo que lo rodea es puro lujo. El Burj Al Arab es un mundo exagerado y diferente.
Todo lo que mira está bañado en oro y hay piedras preciosas al por mayor, como si nada.
Sube y el ultralujo está frente a usted. La suite es de dos pisos. Comentan que aquí ha venido gente ‘pepa’, como Cristiano Ronaldo y varios presidentes.
La Suite Royal no es otra cosa que una casa gigante con oficinas, comedores y un dormitorio con una cama giratoria y también camas king size. Y todo tiene oro. Están relocos los emiratíes.
De repente llega al spa baño, hay dos. Y si por acaso le dan ganas de hacer ‘popó’ junto con los demás visitantes, pues no hay ningún problema, porque hay espacio para todos, estos tienen agarraderas de oro y los turistas dicen: “aquí se sentaron los millonarios”. Tratamos de ensayar lo que se siente aquí, pero una chica nos dice que es prohibido.
También hay un televisor gigantesco bañado en oro, así como los cubiertos para la hora de la comida. Se da la vuelta y encuentra computadoras, ipads y un celular Iphone de oro. Así de fácil.
Varias salas de estar con muebles que hasta da pena sentarse y las ventanas lo invitan a ver Dubái en todo su esplendor.
Los Emiratos Árabes Unidos hicieron esta locura para que la gente diga “guaoo, qué locos”.
No se puede tocar los utensilios, pero se nos salió lo ‘cholo’ y los cogimos. Nada raro. Es la misma sensación de tener una cuchara normal, solo que acá son de oro.
Ojo, cuando la suite estaba habilitada no es que pagabas y podía entrar toda la familia, nooo, solo es para cuatro adultos y dos pequeños. Nada de entrar ‘en gajo’.
Además, tiene una biblioteca y un comedor para 12 personas, es decir para quienes lo van a visitar o hacer negocios. También hay una sala de cine y las paredes están diseñadas exclusivamente para estos menesteres.
Aquí hay de todo para no salir de la suite: impresora, scanner y un servicio personal que nunca duerme y está pendiente de todo las 24 horas del día.
Si le da la gana de bajar a la playa, hay un ascensor especial. Y si quiere llegar en helicóptero, el helipuerto está listo.
Y lo más loco de todo es que está en una isla artificial, sale de la suite y se encuentra con un museo que tiene desde un Fórmula 1 hasta camisetas de fútbol.
ANTONIO VALENCIA
Mientras disfrutamos de las locuras, Pierre, un empleado que nació en Ruanda, nos pregunta de qué país somos. Le respondemos que de Ecuador, y dice: “Antonio Valencia”.
Afirma tener fotos en el celular con el exjugador del Manchester United y hasta confesó que Toño le había prometido una camiseta del equipo inglés. Se emociona al conversar del volante ex Manchester y hasta le mandó un vídeo para que se acuerde del regalo.
Así es la vida vista desde otra forma, donde los lujos están solo para contemplarlos. Al salir se regresa a la Dubái normal, donde un pasaje en metro puede costar centavos de dólar, una cola unos $ 0,30 y comer algo al mediodía por unas 6 ‘latas’. Tal como en Ecuador.
Dubái es una locura que hay que vivirla al máximo.