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Salud
Sigue el viacrucis de pacientes por la escasez de fármacos en hospitales del IESS
Familiares de pacientes hacen bingos, ‘vacas’ y préstamos para comprar las medicinas que requieren sus familiares. Algunos recurren a lo natural, otros dicen recibir pastillas o remedios por expirar
A punta de bingos y rifas, Jéssica Tabares y su familia han cubierto los gastos de los medicamentos que su hermana no recibe por parte del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). La madre de familia, de 28 años, padece de insuficiencia renal, afección que se la detectaron a finales del 2021.
“Desde entonces se le debe realizar diálisis tres veces por semana. Primero estuvimos en el hospital Teodoro Maldonado, allí tuvimos que comprar todo. Hace un mes está en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y nos acaban de pedir unas pastillas para combatir un virus que le cayó. La caja de colistina cuesta $ 22,50 y debe tomar dos por día. Ella solo dependía de su tienda de víveres, pero como está enferma, esta permanece cerrada”, indica Jéssica, a quien le preocupa la idea de que el dinero recaudado se acabe.
“Estoy ‘curado’ de tanta indolencia”, dice Juan Torres sobre la escasez de medicamentos en el Seguro Social. Él afirma que no confía ni espera nada de la institución. “Uno saca ahorros, hace ‘vaca’ entre parientes, presta a chulqueros, pero tiene que adquirir el fármaco porque con la salud no se juega. Lo único ‘seguro’ en el Seguro es que nos toca comprar afuera las cosas”, indica el orense.
Lo natural, una opción
Narcisa Pancho vino de la península de Santa Elena. La mujer de 60 años asegura estar decepcionada, pues señala que la situación es crítica en el hospital del IESS, en Ancón.
“No solo no hay medicamento, no hay ni especialista, por eso nos mandaron al IESS Ceibos, en Guayaquil. Llegamos acá con mi padre, diabético e hipertenso, de 93 años, a quien le dieron su próxima cita para el mes de abril. Nos entregaron medicamentos que vencerán los primeros días de marzo; eso significa que tendremos que comprarle los fármacos que requiere tomar hasta la siguiente consulta”, dice.
Para adquirir los fármacos, colaboran entre todos sus hermanos. “Somos seis, así no se nos hace tan fuerte el gasto. Aunque hemos recurrido a la medicina natural, debido a la carencia de remedios en la salud pública”, declara.
La peninsular asevera que en su parroquia Ancón algunos comuneros mueren por la falta de atención y medicamentos. “Nosotros salimos de allá, pero otros no cuentan con los recursos. Algunos se echan al dolor, o esperan un milagro de Dios o que la muerte se lleve al paciente”, concluye.