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Luis Flores aprovecha el fruto para elaborar dulces, membrillos, melcochas y más golosinas.Yadira Illescas / EXTRA

En la ruta de la guayaba

En la comunidad La Merced, de Baños de Agua Santa, le dan el valor agregado al producto. La zona se caracteriza por la variedad turística.

La Merced se encuentra en la vía Baños-Puyo. Es parte de la ruta de los túneles, lo que hace que el trayecto se convierta en toda una aventura. Lo complementan una central hidroeléctrica y una cascada.

Es una zona llena de leyendas, donde además los agricultores le dan un valor agregado a sus productos.

Los túneles Agoyán 1 y 2 son de 650 metros; luego están Puerta del Cielo de 960 metros y Río Verde A de 450 metros.

En este sector combinan la oferta del turismo con la agricultura. En los huertos se percibe el dulce olor de frutas, en especial de la guayaba, granadilla, babaco, mandarina y otras que se adaptan a los 18 grados.

Parte de la población se dedica a la elaboración de cajones de madera que son vendidos a los comerciantes, cuya tradición sobrepasa el siglo de vida.

La Merced está a 20 minutos de Baños de Agua Santa, que es la cabecera cantonal donde existe una variedad de restaurantes y cafeterías. Los visitantes pueden disfrutar de variada gastronomía como típica y gourmet. El cantón se dedica al 99 % al turismo y se reactivan con todas las medidas de seguridad.

Está a 193 kilómetros de Quito y a 302 kilómetros de Guayaquil. Tiene 25 mil habitantes.

El sector oferta deportes extremos, turismo de aventura, religioso y termal. Hay 90 operadores de turismo y capacidad hotelera para 10 mil plazas y a precios que se acomodan a las diferentes economías.

Los turistas pueden conocer el proceso de creación de productos.Yadira Illescas / EXTRA

La fruta estrella

Al pasar el tercer túnel la comunidad de La Merced recibe a los viajeros con la imagen de la cascada del Manto de la novia, que se cruza en tarabita. Otras opciones son los sitios Chin-chin y San Pedro.

Pero el aroma de la guayaba es el que también atrae en el sitio. En la vía principal se procesa la arahuaca, que es el nombre nativo de la guayaba.

Esta fruta se la consume desde antes de la exploración de los españoles, quienes al encontrarla se maravillaron por su aroma y exquisito sabor.

El historiador Pedro Reino hace referencia que, según la historia, los indígenas Seminole cultivaban el árbol del guayabo al norte de Florida por el año de 1816.

Este fruto es parte de la tradición culinaria y la fuente de ingresos para los más de mil habitantes de este sector de Tungurahua.

Luis Aníbal Flores emprendió hace dos años y le da el valor agregado a la fruta que es rica en vitaminas.

En su terreno siembra la guayaba y habilitó parte de su casa para convertirla en una pequeña fábrica de dulces. Labora junto con su esposa y otras cuatro personas de la misma comunidad.

El emprendedor primero construyó cuatro pailas grandes que las montó en fogones hechos con ladrillos.

En esas vasijas cocinan por más de dos horas la guayaba y las otras frutas que se producen en la zona. Una vez que tienen la miel y el extracto de la pulpa de las frutas los enfrían para llevarlos a un molde y de ahí cortarlos en pequeños cubos y colocarles los plásticos para ofertarlos a los turistas.

Luis Aníbal tiene 2.000 plantas y también aprovecha lo que cultivan sus vecinos. Antes de la pandemia utilizaba 200 cajas de guayabas para elaborar las mermeladas y los tradicionales membrillos que los vendía en Baños, Quito, Cuenca, Guayaquil y otras ciudades. Ahora sacan 20 cajas, porque asegura que la reactivación es lenta, pero mantienen la tradición.