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Quito: Manabita ayuda a perros abandonados
Su ‘refugio’ está en el sur de Quito y necesita ayuda para sostenerlo. En total tiene 140 canes que llegaron golpeados, macheteados o atropellados.
El día de Karina Cedeño empieza a las cuatro de la mañana, pues sus 140 perros necesitan de cuidados, además de la comida y el agua.
Chonera de nacimiento, pero radicada en Quito desde hace 26 años, ella se dedica a rescatar canes hace nueve años, pues de a poco vio cómo eran abandonados, primero en su sector: Oriente Quiteño, en el sur, y luego en toda la capital.
“Yo soy de campo, me crie con animalitos de granja y más con perritos. Así que disfruto cuidándolos”, dice.
Lo primero que hace es limpiar los desperdicios de los perros, distribuidos en el patio de su casa y en dos terrenos aledaños. “Ellos son mi completa responsabilidad, aunque a veces no avanzo con todo”, comenta la manabita.
Luego empieza la repartición de comida: el desayuno. Los animalitos de diferentes razas y tamaños saltan para alcanzar más. Ella los reprende, pero enseguida les da una caricia. El equipo de EXTRA que ingresó al refugio terminó con la ropa llena de huellas de perro. Ninguno agresivo.
Con ella trabaja un muchacho del barrio. Se encarga de llevar los baldes de comida a un condominio donde también hay mascotas que alimentar. “Yo le pago lo que puedo para ver si deja el vicio. Él consume y prefiero que se ocupe con nosotros en lugar de estar en la calle”, explica Karina.
Sopa y pepas
Mantener 140 perros no es barato. Así que todos los días cocina dos inmensas ollas de sopa, puede ser de avena, verduras, harina, carne, para complementar las pepitas. “A veces hay para comer bien. Otras no tanto”, lamenta.
Esto, a pesar de que su esposo invierte prácticamente todos sus ingresos como chofer de una furgoneta escolar en los gastos del refugio. “Ya con mis hijos grandes podemos hacer este tipo de cosas”.
Sin embargo, hay cosas por solventar, como poner cemento en uno de los patios para que las labores de limpieza sean más fáciles. “Así ya solo se echa agua y no tengo que recoger de uno en uno”, relata.
También necesitan camas para perros, aunque ha tenido donaciones de colchones y colchas. Una de las ‘habitaciones’ tiene tres camas grandes, los demás se acomodan en esponjas y colchas que también necesitan limpieza todos los días.
“Si no estoy cocinando, estoy lavando sus camas o los estoy bañando, porque sino nos llenamos de pulgas”, cuenta.
Necesita donaciones
Las donaciones llegan a cuentagotas, por lo que pide ayuda a los amantes de los animales para sostener los cuidados. Algunos de ellos llegaron lesionados por maltrato humano. “Los he rescatado atropellados, macheteados, golpeados. Mi esposo me pide que ya no recoja más, pero tengo corazón”, resalta.
Por ahora se necesitan recursos para operar a una cachorra con problemas de visión y otro mestizo que llegó con una lesión en la pata izquierda por arrollamiento.
“Lo que tengan nos sirve. Comida, materiales de construcción, de aseo, ollas. Todo es bienvenido”.
Uno de los problemas que enfrenta también es la inseguridad del barrio, por lo que ha tenido que colocar cámaras de seguridad para cuidar su casa y sus perritos. El día de esta cobertura, el equipo de EXTRA fue asaltado en la puerta del refugio. Al día siguiente, a unos pocos metros, se registró un robo a domicilio.
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