La pesadilla de Carolina (nombre protegido) comenzó en Chile, cuando apenas había cumplido 9 años de edad. A esa nación emigró un año después de que su madre se había radicado en la capital chilena. Fue entonces que conoció a la nueva pareja de su progenitora y padre de su hermanito. Se trata de un ciudadano peruano de 32 años, quien, con el paso de los días, abusó sexualmente de ella.

Sin embargo, no fue hasta su regreso a Ecuador que se consumó la violación y se descubrió el calvario que vivía la menor de edad.

“Cuando vivíamos en Santiago, el padre de mi hijo aprovechaba que estaba haciendo los oficios de la casa para tocar las partes íntimas de mi hija, pero ella nunca me dijo nada, porque la tenía amenazada, le advirtió que si me contaba nos mataría”, relató la madre de la afectada.

Sostuvo que tras una discusión con su pareja, ella decidió volver a Ecuador en octubre. Pero dos meses después, su exconviviente la llamó por teléfono y la convenció para retomar la relación sentimental.

“Me dijo que nos extrañaba, que no podía vivir sin nosotros, que quería estar al lado de su hijo y verlo crecer. En diciembre del 2021 llegó a la casa donde vivo con mis padres. Decidí darle una oportunidad por mi hijo, sin sospechar que su intención era otra”, expresó la mujer.

Reveló que el 12 de febrero pasado salió de su casa, ubicada en el norte de Guayaquil, para acompañar a su padre, quien debía realizar una diligencia, por lo que sus dos hijos quedaron al cuidado de su madre por varias horas.

Pero al retornar su progenitora le contó la desgracia que habría ocurrido durante su ausencia. “Me dijo que mi conviviente manoseó las partes íntimas de mi hija y que ella forcejeó para defenderse. Mi padre lo botó de la casa, le gritó que si no se iba lo metía preso. Tres días después, mi hija le confesó a mi hermana lo que realmente le había pasado. Le dijo que su padrastro no solo la tocó, también la violó”, manifestó entre lágrimas la mamá de la menor de edad.

Sostuvo que cuando confirmó la violación de su pequeña, la cual fue corroborada tras un examen con un médico legista, ya era demasiado tarde porque el agresor sexual de su niña ya se había ido del país.

“Al parecer, está en Chile, me ha llamado para preguntar por su hijo, no le he dicho que sé lo que le hizo a mi niña, porque quiero que la Policía lo capture y se haga justicia. Mi niña ha necesitado ayuda psicológica para superar el daño que le hicieron”, asegura la mujer.