Aquí, los colores y los sabores sobran. Por un lado está lo morado, más allá el amarillo y, un poquito más abajo, lo anaranjado. ¡Hay para escoger!

Dolores y su cuñado Alberto no son pintores por tener la paleta de colores a su disposición, sino que atienden una frutería ubicada en Tungurahua y Portete, suroeste de Guayaquil.

(Te invitamos a leer: Aquiles Álvarez sobre paro de transportistas en Guayaquil: "Esto es terrorismo")

Lo que más llama la atención es la variedad de productos que están a la vista de los clientes. Varias gavetas, todas rellenas de frutas de la Sierra y de la Costa, se ubican desde la entrada para que se vayan ‘enamorando’.

“Ese es el éxito, mostrarles los productos para que se convenzan. Una vez que tomaron la iniciativa, ya están adentro y se van cargados”, dice bromeando Alberto Niami, quien labora con Dolores desde hace unos cinco años.

Los parientes, según lo que cuenta Alberto, ya se habían dedicado a ese negocio desde hace unos 8 años. Pero lo ejercían de manera ambulante, recorriendo en un vehículo. “Al empezar la pandemia decidimos quedarnos en este local y, hasta ahora, nos ha ido bien”, explica.

La frutería atiende de 08:00 a 20:00 y tiene a sus clientes más que contentos. Papaya, sandía, aguacates, frutillas, moras, uvas, manzanas, mandarinas, naranjas, peras, guineos, piñas, limones y hasta lo esencial para el refrito tienen a la venta.

El hombre, originario de Ambato, refiere que desde el mercado de transferencia de víveres Montebello llevan los productos para vender, pero que estos no se compran a diario, sino pasando dos días.

“Si la fruta va perdiendo su frescura, enseguida se la hace ensalada de frutas o jugo. Siempre está disponible el jugo del día”, explica.

Al momento de la visita de EXTRA, el jugo era de naranjilla porque esas habían sido las que se maduraron más rápido que los otros productos.

(Esto también te puede interesar: El último delito de los sujetos dados de baja en Guayaquil: así fue el enfrentamiento con policías)

Carlos Burbano, uno de sus clientes, señala que resulta conveniente comprarle a Alberto porque está al paso en su camino a casa de su madre.

En cuanto a esa tradición de la ‘yapa’, Alberto asegura que esto va cambiando. “Ahora ya no hay cómo, si antes a nosotros nos regalaban 8 o 10 piñas por el ciento, ahora nos dan una”, finaliza.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!