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La plaza de Chordeleg es colorida y tiene elementos que hablan de las tradiciones artesanales del cantón.Claudia Pazán

Descubriendo la Ciudad de la Joyería: Artesanías y cultura en Chordeleg

En este cantón azuayo, que celebrará 33 años de cantonización, también puede conocer el tejido de sombreros

Sus angostas calles adoquinadas, sus grandes candongas que cuelgan de los postes públicos y su cálido clima hacen del cantón Chordeleg, en la provincia del Azuay, un mágico lugar cuyo mayor tesoro es su cultura y tradición.

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Este lugar catapultó a sus artesanos cuando fue declarada ‘Ciudad Creativa’ por la Unesco y pasó a ser parte de la Red de Ciudades Creativas del mundo.

Cuando se recorren sus calles, es fácil darse cuenta del porqué de su declaratoria. Las casas céntricas se convirtieron en pequeños centros comerciales para exhibir el trabajo de orfebres, zapateros, ceramistas y toquilleras.

La joyería es el oficio más representativo del cantón y entre sus mayores exponentes está Flavio Jara, miembro de una familia que lleva tres generaciones en el oficio.

Jara recuerda que su tío Juan Octavio Jara, hace unos 90 años, fundó el primer taller de enseñanza de la orfebrería y sus diferentes técnicas. “Todos los artesanos que aprendieron con mi tío luego crearon sus propios talleres y así es como, hasta la actualidad, se sigue extendiendo el conocimiento de modelar joyas”, sostuvo.

El taller de Jara es su museo, donde expone hermosas piezas hechas a mano. Desde aretes, pendientes, collares hasta figuras decorativas como caballos, colibríes, entre otros.

Producción de calzado

Chordeleg también se ha convertido en cuna de fabricantes de zapatos. Mayra Guzmán viene de una familia que inició en la producción de calzado de forma artesanal. Ella ha innovado el negocio familiar y hoy en día su producto es comercializado a nivel nacional a través de una cadena cuencana de supermercados.

En este cantón azuayo trabajan con la plata, oro y la paja toquilla.Claudia Pazán

Trabajo de las mujeres toquilleras

Pero este cantón también es la cuna de mujeres toquilleras. Una de ellas es Ana Loja, quien es parte del Centro Agroartesanal Chordeleg y una de las mantenedoras del tradicional tejido de sombreros, oficio que aprendió viendo a su madre, Carmen Peláez, quien entrelazaba la paja y daba forma a los sombreros de forma ágil. “Ella nos sacó adelante a mis hermanos y a mí con su trabajo como tejedora y yo adopté este oficio a raíz de que salí de la escuela hasta la actualidad”, relata.

Pero más allá de los oficios tradicionales, en Chordeleg también se puede disfrutar de un momento de descanso en su plaza colorida, disfrutar de la gastronomía tradicional y su mercado es el mejor lugar para degustar caldo de gallina criolla, caldo de bagre y los jugos ‘rompe nucas’ que son licuados de fruta con hielo.

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