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Julián Arango prefiere el humor, pero también ha interpretado personajes dramáticos o villanos.HENRY LAPO

Julian Arango: “Hay que ‘mamarle gallo’ a las desgracias"

el actor colombiano Julián Arango estuvo en Quito para presentar un monólogo humorístico. Se hace ‘agüita’ por los cangrejos de Guayaquil

Julián Arango, bogotano de 55 años, se ríe de sí mismo. Muestra su cabeza sin cabello con humor y se burla de las clínicas estéticas que lo contactan para ofrecerle tratamientos. Todo lo que le pasa es material para un nuevo monólogo o para construir un personaje. Nada se le escapa. En este encuentro con EXTRA se muestra tal como es, como un latinoamericano al que no le son indiferentes las desgracias.

¿Qué es el humor para Julián Arango?

Es la vitamina, la gasolina, la batería. Es un elemento, debería ser un elemento de la tierra, del ser humano, como la tierra, el fuego, el agua, el humor. Cosas vitales, necesarias para poder sobrevivir.

¿Cómo se sobrevive en Colombia haciendo humor?

Es la única forma. Yo creo que pasan tantas cosas que si uno se pusiera dramático, sería una tragedia, viviría una tragedia todo el día. Entonces yo creo que, como todo latino, nos burlamos de nuestras miserias, de nuestros dolores, de nuestros fracasos, de nuestra impotencia, de que las cosas no funcionan. Entonces hay que, como dice vulgarmente el dicho colombiano: ‘hay que mamarle gallo a eso’ (burlarse).

¿Qué opinas del presidente Gustavo Petro?

Nada (se pone serio).

Si fuera un chiste, ¿qué clase de chiste sería Petro?

Pésimo. Nadie se ríe. No es divertido (vuelve a reír).

¿Cómo ves la situación que ya vivieron en Colombia con el narcoterrorismo y que ahora lo estamos viviendo acá?

Es difícil opinar, dar un punto de vista de algo, porque, pues, nos tocó a nosotros, les está tocando a ustedes, le tocó a México. Es como un virus, es como una pandemia, ¿no? Es como que azota regiones y hace mucho daño. Ojalá pase rápido, es lo único que podría decir.

¿Cómo podríamos manejar esto los ecuatorianos?

Pues no sé, me pones como en aprietos para dar consejos sobre eso. Nosotros lo tomamos con humor también, pero no tiene nada de chistoso porque cobra vidas, entonces es muy doloroso. Nosotros hicimos las series, pero también tienen mucha crítica esas series, narconovelas, porque es como una apología.

¿Fueron una apología?

Cuando hicimos el Cartel de los Sapos, a mucha gente le gustó porque a la larga es como que refresca un poco toda esa tragedia, pero no hay refresco, porque hay mucho dolor. Entonces uno dice: ‘bueno, contemos esta historia para no repetirla’. Apología no.

Se viene la segunda parte de Betty la fea, ¿qué deben esperar los fanáticos?

El fan de Betty la fea que esté tranquilo que ahí van a estar los personajes que usted quiere, con los que usted compartió, con los que usted se rio, sufrió, lloró. No van a cambiar, va a ser la esencia y eso lo vi, lo sentí cuando estábamos en la sala de juntas.

La peliteñida, hablando de que le respiren en la nuca; Freddy, creyéndose el dueño de Ecomoda; don Armando, con sus gritos y su autoridad; Betty, hermosa y divina. Se van a volver a enamorar.

¿Tu personaje Hugo Lombardi, cómo se lleva con lo políticamente correcto?

Hugo Lombardi no está para darle gusto a nadie, Hugo Lombardi es Hugo Lombardi, y así lo escriben, y así es él. Bueno, ve algunas formas de no ser tan directo, sí, de golpe, en este momento se me ocurriría decirle que usted es un moscorrofio, un adefesio, un chimbilay, un mostreta de octava, pero no se lo voy a decir, porque yo soy incluyente, pero ya se lo dijo.

¿Qué tiene en común Julián Arango con Hugo Lombardi?

El amor por el diseño. Yo soy publicista, me gusta la gráfica, la tipografía, los colores, la estética, la creatividad. Hugo es muy creativo y yo trabajo en un departamento creativo de una agencia de publicidad, entonces yo sé lo que es estar en constante creación, en no poder parar porque viene otra colección. Yo le aporté a Hugo mi experiencia en el área creativa. Nos parecemos mucho en crear y en la seguridad de la creatividad y sin miedo al fracaso. O sea, le vamos para adelante. Y de que no le vamos a seguir aquí las órdenes a nadie, ¡no! Que es que ahora no se puede, ¿Cuál no se puede? ¡Ahora es que se puede!

De todos los personajes que has hecho, ¿cuál es tu favorito?

Yo tengo un personaje en una telenovela que se llama La Pola. Yo ahí hice 15 capítulos y yo era el papá de La Pola. Me parece que es de los papeles que he hecho más como de adentro, más bonitos, más de verdad, porque era un hombre con ideales revolucionarios, como muy convencido de su ideología y de defender al pueblo. Lo adoro. Obviamente, si Hugo Lombardi se entera de que yo estoy hablando de que tengo un preferido, me las voy a ver con él. Pues digamos Hugo Lombardi, porque si no, ¿quién se lo aguanta?

¿El personaje más retador?

Yo creo que hacer de narcotraficante, sicario, asesino, me costó, pero lo sacamos adelante. Me divertí mucho haciéndolo, porque, pues, era una faceta de la vida que no soy yo, no tengo nada que ver ahí, yo soy un gomelo (que disfruta de la clase alta), como dicen en Colombia, haciendo de sicario paisa.

¿Qué elementos necesitaste para sacar ese personaje?

En ese personaje tiene mucho que ver Robinson Díaz ahí, que era el cabo, que era mi jefe, él es paisa. Ha conocido traquetos (mafiosos), por decirlo, y conoce la cultura. Tuve que ver yo qué tenía de eso porque todos tenemos de buenos y malos para darle vida a Guadaña.

Has estado antes en Ecuador, ¿qué plato te gusta más?

Hace mucho tiempo fui a Guayaquil y comí cangrejo. El mejor cangrejo que me he comido en la vida. Desde ese momento siempre pido cangrejo. En cualquier restaurante que voy miro a ver y ninguno le llega a los tobillos a la ternura y sabor de la carne de cangrejo que me dieron en Guayaquil.