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Durán está en el medio del 'fuego cruzado' de las bandas criminales
Latin Kings y Chone Killers son las bandas que se pelean el control en Durán. Narcotráfico, sicariato, extorsión y asaltos son las actividades ilícitas
Silencio total es la postura de la Policía Nacional ante cualquier pedido de información por parte de los medios de comunicación y la ciudadanía acerca de la seguridad en el cantón Durán que registra muertes violentas todos los días.
Según la comandancia de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), la reserva es para evitar “entorpecer las labores de investigación e inteligencia” que realiza la institución. Pero ¿Qué ocurre en Durán?, ¿Quiénes son los protagonistas de las carnicerías?, ¿Cómo ven el panorama los habitantes del cantón?
Según la información de la Policía, esta serie de asesinatos y hechos violentos se debe, principalmente, a una lucha de territorios entre las bandas delictivas Latin Kings y Chone Killers.
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Los Latin Kings es una pandilla con larga historia en el país. Apareció en 1992 en Quito, se expandió rápidamente a todo el país y ganó notoriedad en la primera década de los años 2000 por la violencia con la que actuaba. Luego fue declinando hasta la firma de un acuerdo de paz con pandillas rivales en 2018, con lo cual dejó sus actividades criminales.
Sin embargo, no todos los integrantes se acogieron a la paz, lo que propició el nacimiento del grupo disidente que sigue delinquiendo bajo el mismo nombre.
Los Chone Killers, en cambio, es la organización que funcionaba como brazo armado de la banda de Los Choneros hasta la muerte de su líder, alias Rasquiña, en diciembre de 2020. Tras esta muerte, la banda se independizó.
En sus inicios, la agrupación se derivó de facciones de la pandilla Ñetas, archirrival de los Latin King, quienes no estaban de acuerdo con la firma de paz entre bandas y continuaron sus actividades bajo este nuevo nombre.
El gran interés de las bandas criminales en un cantón tan pequeño como Durán se debe, principalmente, a la cercanía con Guayaquil y sus puertos marítimos (en el sur y Posorja), desde donde salen y llegan cargamentos de droga, armas y más contrabandos.
Estos grupos también se disputan el control de los ‘negocios’ del narcotráfico, extorsión y sicariato; además, el cantón sirve como depósito de vehículos robados en otras partes del país. El control de estas actividades fue la que disparó la guerra.
ZONA DE GUERRA
Los asesinatos, baleados, desmembrados, secuestros y otros hechos violentos que se suscitan en el cantón mantienen aterrorizados a los ciudadanos. Caminar de noche por los espacios públicos ya no es una opción prudente; lo más sensato es encerrarse en cuanto cae la noche.
Juan Marcos Delgado, residente de la ciudadela Primavera 1, asegura que no todo el territorio está bajo fuego enemigo. “Aquí en la Primavera 1 es ‘tranquilo’, por así decirlo, hay robos en moto, pero no matan gente; en la Primavera 2 sí es peligroso, igual en El Recreo, El Arbolito, Cerro Redondo, por ahí no se puede ni pasar”, relata.
Rememora que en diciembre de 2022 sufrió un robo en el que dos hampones le partieron la cabeza, lo apuntaron con un arma y amenazaron diciéndole que eran miembros de los Chone Killers. “Eran las seis de la mañana, a plena luz del día, cuando salía para el trabajo, nunca más volví a salir a esa hora”.
Las industrias también han tomado medidas ante la ola delictiva. Algunas camaroneras, por ejemplo, decidieron aumentar su personal de seguridad, apostar guardias armados en torres de vigilancia y hacer que los expresos que transportan a su personal a diario ingresen a los patios de las empresas en vez de dejarlos en exteriores.
Según varios trabajadores que piden la reserva de sus identidades, ya han existido casos de extorsionadores que esperan a los empleados afuera de las empresas para abordarlos y cobrar las ‘vacunas’.
“Te interceptan cuando te vas a subir a tu auto, te amenazan dándote detalles de tu información personal y de tus familiares y te exigen que pagues por su seguridad”, cuenta la empleada de una industria de la vía Durán-Yaguachi.
DESAFÍAN A LAS AUTORIDADES
El atentado que sufrió el alcalde Luis Chonillo el pasado 15 de mayo, en el cual el vehículo en el que se movilizaba fue acribillado, fue una muestra fidedigna de la realidad delictiva del cantón. Además, deja en evidencia la libertad con la que actúan y lo bien equipadas que están las bandas criminales, que usan armas automáticas, rifles de alto calibre, vehículos blindados y hasta explosivos para sus ilícitos.
Diario EXTRA intentó obtener las impresiones del alcalde Chonillo acerca del momento crítico en seguridad del cantón, pero desde el departamento de Comunicación se informó que se estaba estudiando el tema y que en los próximos días el burgomaestre se pronunciará al respecto.
Para Christopher Gallegos, experto en seguridad ciudadana, el recrudecimiento de la inseguridad se debe a que existe influencia del Estado en el crimen organizado.
“Hay grupos delictivos que de alguna forma están trabajando con el poder político”, dice, y esto ha provocado que los criminales no teman sublevarse ni actuar intrépidamente, a plena luz.
Explica que contar con la venia de las autoridades ha permitido a las bandas tener la libertad para consolidarse, organizarse, tomar fuerza en el territorio y, a través del crimen, tener recursos que sobrepasan a los de la Policía. Este fortalecimiento es el que los lleva a buscar expandir su área de influencia, lo que resulta en las sangrientas luchas armadas.
Otro aspecto a tomar en cuenta para entender la criminalidad en Durán es la falta de inversión pública en seguridad, lo que deja sin capacidad logística y tecnológica a las fuerzas del orden para combatir a los delincuentes.
La inversión social también es una arista a considerar, pues ante la falta de inversión en obras públicas que genere empleo en el cantón, los residentes optan por el mal camino.
“Es común que familias enteras se dediquen al crimen”, señala Gallegos. Un caso común es el microtráfico de drogas: los adultos la transportan, la acopian y dividen las dosis, mientas que usan a los menores para el expendio porque si los capturan a ellos el problema es menor.
“Entonces, si se quiere parar la venta en un vecindario se tiene que detener a familias enteras, ¿y luego qué ocurre con los niños y adultos mayores que dependen de los traficantes?”, se cuestiona un gendarme que labora en el sector del cerro Las Cabras, una de las zonas más críticas de Durán.
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