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Con la ayuda de cartones numerados, Denisse Toala enseña la materia de matemáticas a tres pequeñas.Christian Vinueza / EXTRA

Denisse, una joven 'teacher' que alienta esperanzas en Monte Sinaí

Ayudar en las tareas a alumnos de una cooperativa del noroeste de Guayaquil, motivó a que se aplique un proyecto que favorece a 6.000 chicos

Con solo 17 años, Denisse Toala Pérez se ha ganado la admiración y el respeto de los moradores de la cooperativa 26 de Agosto, en Monte Sinaí. Tal es así, que a la ‘peladita’ -no mide más de 1,50 metros- la identifican como una verdadera lideresa comunitaria.

Toala considera que las adversidades "no deben ser un pretexto para dormirse en los laureles”. Y lo pone en práctica con el proyecto ‘Aprendamos a Enseñar’, que creó en esta época de COVID-19 para que 62 chicos de primaria y secundaria de ese empobrecido sector del noroeste de Guayaquil accedan a las clases virtuales y ayudarlos en sus tareas. La finalidad es no darle chance a la deserción escolar por la falta de herramientas tecnológicas.

En una publicación del pasado 28 de agosto, Diario EXTRA destacó la gestión de jóvenes voluntarias. Una de ellas es precisamente Toala, quien improvisa un aula debajo de un árbol y con un celular logra conectarse con los maestros de sus chicos.

Apoyo de autoridades

Este esfuerzo fue reconocido dos meses después por el Municipio de Guayaquil, a través del programa de apoyo ‘Educando en el Camino’, que busca beneficiar a 6.000 estudiantes de Monte Sinaí en lo que resta de este período lectivo.

Con el aval del Ministerio de Educación se contrataron 273 tutores y 15 técnicos locales o profesionales en psicopedagogía.

Los alumnos de Denisse recibieron kits escolares, además tienen el apoyo de dos tutoras.

Pero Denisse siente que falta mucho por hacer, más aún cuando se aproxima el invierno y la sombra que ofrece el árbol resultará insuficiente.

Con el apoyo de los moradores han adquirido parte de materiales para que, con sus propias manos, construir la casa comunal, en donde se busca acondicionar el aula. El detalle es que faltan sacos de cemento, arena y el techado.

Como varios sectores del noroeste, la 26 de Agosto carece de obra pública, el agua potable llega a través de tanqueros y la energía eléctrica se obtiene de manera clandestina.

En medio de la pobreza extrema

La situación es tal que la mayoría de los padres no tienen ni para el desayuno de los pequeños. “Una gran parte de mis niños llega sin nada en el estómago. Con mi familia les preparamos aunque sea una colada”, cuenta la voluntaria.

Denisse Toala vivía con su familia en la entrada de la 8 (avenida Casuarina), desde donde se movilizaba (unos 10 kilómetros adentro) para dedicarse a su estudiantes.

“No tenía ni para el pasaje. La situación se complicó cuando mi padre (Kennedy Toala) casi se muere por COVID-19, del que enfermó también mi mami (Mercedes Pérez) y yo”, dice.

Para estar cerca de sus estudiantes se edificó junto a la vivienda de un familiar una pequeña casa de madera, en la que habita con sus padres, tres hermanos y dos sobrinos.

Los habitantes esperan el apoyo solidario para contar con la casa comunal.Christian Vinueza / EXTRA

“Cuando quisimos regresar a nuestra anterior casa nos encontramos con que los pillos se habían llevado la mayoría de los enseres”, señala.

Pero ella dice que no es momento para lamentos, sino de seguir adelante. Denisse cursa el último año de bachillerato. Se ha puesto como meta seguir la carrera de medicina para continuar sirviendo a su comunidad.