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En la 24 y Rosendo Avilés, Los Terribles Santana armaron la fiesta a punta de cumbias.Álex Lima / EXTRA

¡Carnaval pa' fuera, pa' la calle!

En el suroeste de Guayaquil, el feriado se 'vacila' en los portales. Al haber menos restricciones que en años anteriores, el asueto se vive relajado.

Los Santana Castro celebraron el feriado de carnaval con rumba. Al ritmo de cumbias, la familia gozó en el portal de su casa, en la 24 y Rosendo Avilés, suburbio de Guayaquil. La farra coincidió con los cumpleaños de dos parientes. Hubo ‘bailejo’ y bocaditos.

Eso sí... Como en vivo no hay nada igual, el género tropical fue interpretado por Los Terribles Santana, orquesta de sus allegados. Con güiro, conga, timbales y teclado, los músicos hicieron menear a todos a la voz de, “¡que vivan los que bailan!”.

Al final de cada canción, Enrique, vocalista principal, se mandaba sus improvisaciones incentivando la pachanga. Puro talento y ‘chispa’. “Estamos contentos por acá, dándoles música y espectáculo”, dijo.

El ‘sabor’ en esa esquina fue una muestra de cómo, quienes se quedaron en la ciudad, disfrutaron más este carnaval que los dos pasados, que tuvieron mayores restricciones vigentes comparando con la actualidad, que hasta se piensa en la posibilidad de no exigir el uso de mascarillas en espacios abiertos.

Con esa tranquilidad de que el ‘bicho’ de la COVID-19 está perdiendo fuerza, un grupo de ‘pelados’ salió a tirarse espuma y anilina en la 20 y Brasil. También tuvieron a la disposición una piscina inflable fuera del hogar.

La alegría de los pequeños provocaba sonrisas en sus padres, quienes los miraban a un costado mientras conversaban.

Un grupo de niños se divirtió con espuma y anilina, en la 20 y Brasil.Álex Lima / EXTRA

Este año se notó cierta confianza en la gente al tener dos o tres dosis de la vacuna contra el virus, como quienes se juntaron en un bingo en la 20 y García Goyena.

Unas 20 personas estaban atentas a los números que iba ‘cantando’ una mujer con un micrófono. Estaban ‘pilas’, marcando las cifras en las cartillas, a ver si se ganaban alguno de los premios, como una vajilla o un saco de arroz.

Algunos acompañaban el juego con un cafecito y galletas con trozos de queso. Otros, con vasos con cola.

“Venimos a ver si nos sacamos algo, pero también a pasar un rato con los vecinos”, comentó Clemencia, una de las atentas jugadoras de la tarde.

En algunos sectores del suroeste de la urbe, el carnaval se vive de puertas para afuera, como la ‘gallada’ de la 18 y Ayacucho, que se la pasó ‘peloteando’ de 15:00 a 20:00.

Unos faltaron al índor porque estaban de viaje. Los que sí estuvieron presentes terminaron la jornada con unas ‘bielas’ para enfriar por dentro el cuerpo caliente de tantas jugadas, y hartos del encierro en feriados pasados.