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La 9 de Octubre se llena de 'superhéroes' con acento caribeño
Un grupo de hombres y mujeres, en su mayoría venezolanos, se gana la vida en un tramo del bulevar, posando y fotografiándose con los transeúntes
Ha terminado la hora del almuerzo y de la siesta, y sobre la cerámica color caoba que recubre las aceras del Bulevar 9 de Octubre, comienzan a correr y saltar algunos hombres que llenan de color y fantasía esa emblemática avenida de Guayaquil.
Se trata de Spiderman, Venom, Batman, Deadpool, Mickey Mouse y otros personajes de Marvel, la Warner Bros y Disney. Todos ellos se toman como 'por asalto' un tramo de doscientos metros de la turística arteria de 25 cuadras, que a esa hora comienza a oler a canguil, a perro caliente, y a llenarse de gente sonriente y sudorosa, mucha de la cual viene o va al también concurrido Malecón Simón Bolívar.
El espectáculo, aparentemente gratuito, que brindan quienes personifican a los superhéroes, atrae sobre todo a los niños cargados por sus padres y también a aquellos más grandecitos.
"Mira, papi, es el Hombre Araña!", exclama un chiquillo de unos 5 años, mientras el aludido salta y se encarama hábilmente sobre bancas, tachos y demás mobiliario urbano que le ayuda a montar su show.
"Un dólar cuesta tomarse la foto!", dice el disfrazado al papá del menor, quien reacciona hurgando entre sus bolsillos para hallar la moneda solicitada. Luego pone al chico en los hombros del Spiderman latino y él mismo toma la foto con su teléfono celular.
Una vez que ganó su primer dólar del día, el 'arácnido' deja de saltar y se pone a conversar con el 'maléfico' Venom, cuyo traje negro un poco parecido al de su compañero, lo tiene sudando como tapa de olla a esa hora de la tarde.
Venezolanos tras los disfraces
El acento caribeño sale a flote. Los dos jóvenes son venezolanos que han visto en esa actividad una forma de ganarse la vida luego de huir de la crisis humanitaria que aqueja a su país.
"Mi nombre es Ángel", dice a EXTRA uno de ellos. ¿Y tu apellido? Parker -responde tomándose la identificación del reportero gráfico que en el comic de Marvel hace de Spiderman-.
El joven tiene 29 años y junto a su compatriota, Diego Cruz (27), han hecho una gran amistad en esa esquina que va desde la calle Pichincha al Malecón. Ambos reconocen que no están regularizados en Ecuador y que lo que hacen allí más que un trabajo, es un "servicio" a los guayaquileños y turistas. "En principio no vendemos nada. La gente se ríe y se alegra un poco con nosotros y eso no tiene precio", dice Cruz. "Algunas personas nos pagan por tomarse fotos con nosotros. Otras no pagan pero no pasa nada".
Y es que no tienen cómo exigirle dinero ni nada a nadie. La actividad que ellos realizan no es reconocida como forma de trabajo. Agentes de la policía municipal consultados por este Diario, aseguran que se les permiten realizar esta tarea pero solo en fines de semana y feriados desde las 17:00 en adelante y en el tramo que va desde la calle Pedro Carbo al Malecón.
A unos pocos metros de donde se paran 'Parker' y Cruz está Junior Gordillo, otro venezolano pero quien todas las tardes, desde hace dos años, hace de Deatpool en esa esquina. Él es de Maracaibo, donde trabajaba como agente de la Policía Nacional Bolivariana. La ciudad y el oficio que dejó atrás le permiten hoy soportar el grueso traje rojo con máscara y el clima guayaco, que es parecido al de su tierra.
Gordillo asegura que el traje que usa se lo confeccionó él mismo y que las espadas y accesorios "son cosas que se compran a los chinos".
Un Deadpool con un toque de Perú
Pero él no es el único Deadpool que deambula por ese sector. Otros dos hombres usan el mismo traje, aunque el más llamativo de todos es el de Alberto Hurtado (31), otro de los alrededor de 500.000 venezolanos que hoy están en Ecuador por la crisis humanitaria que vive este país. Hurtado procede de Maracay, ciudad del estado de Aragua. Además de las espadas pegadas en su espalda, este Deatpool lleva una ametralladora tan intimidante que, para convencerse de que es de plástico, hay que tocarla y cargarla uno mismo.
El traje es también idéntico al que se pone Ryan Reynolds para hacer de este personaje en la película del mismo nombre.
"Lo mandé a hacer a Lima, porque aquí no lo encontraba. Me salió completo en $ 250 con las botas, la máscara las armas y otros accesorios y después de un tiempo ya he recuperado la inversión", confiesa Hurtado, quien antes de llegar a Ecuador vivió un tiempo en Perú.
Antes de seguir su relato, una familia contrata sus servicios. Todos posan junto a él mientras un joven 'dispara' varias veces la cámara de su teléfono para captar las mejores tomas.
"Ya tengo dos años trabajando en esto -recordó luego Hurtado-. Empecé un día que vi a otros haciéndolo y me llamó la atención. Me compré un traje un empecé esta labor, que es como un suplemento de otras actividades que realizo en el día, es como una cosa que compensa a la otra ¿sí me entiendes? Con esto completo lo que es los gastos de comida, el alquiler de la casa".
Mientras revela a este Diario que en días buenos suele ganar hasta $ 40 en el lugar, un chiquillo se le acerca y le da un manotón en el vientre, algo que Gordillo toma como gaje del oficio, pues está consciente que su fuente de ingreso son precisamente los niños, "que son muchas veces impredecibles".
El show que este y los otros dos Deadpool realizan allí para atraer a sus clientes tiene que ver con pararse frente a ellos y hacerles un gesto de intentar atacarlos con sus armas.
Guayaquileños a escena
En esa esquina dominada por el imponente edificio La Previsora, de 33 pisos, también trabaja Rocío, de 35 años, y quien combina esta actividad con la de animar fiestas infantiles. En la 9 de Octubre ella se enfunda el pesado disfraz de la muñeca Burbuja, quien es parte del comic de las Chicas Súperpoderosas.
El más admirado y temido
Sin embargo, el personaje más admirado y a la vez temido por chicos y grandes es el del Payaso Maldito, quien carga en sus brazos un títere de la muñeca Anabell, ambos personajes de terror.
El sujeto es interpretado por el también guayaquileño Gabriel Jaramillo, de 35 años, quien no solo luce igual a Pennywise con sus grandes dientes , sino que además imita su espeluznante voz y maliciosa sonrisa.
"¡Usted más bien asusta a los niños!", le dice una transeúnte y él responde: "Mucho, ja ja ja!", para agregar de inmediato "... pero también les agrado".
Cuando no está representando a este personaje de la Warner en el Bulevar, Jaramillo trabaja en un taller mecánico en la modificación y 'tuneo' de autos. Asegura que hace de Pennywise más bien por placer, ya que siempre le ha gustado el arte y esta, según él, es una forma de demostrarlo.
El alumbrado público comienza a hacer su trabajo en el bulevar y mucha más gente va llegando a pasear. De no ser por sus trajes y por sus maromas, la veintena de superhéroes se perdería entre tantas personas que van y vienen. De cuando en cuando, los policías metropolitanos les piden que se alejen de la intersección con la avenida Malecón para no estorbar el cruce de calles.
La fría brisa proveniente del río Guayas comienza a hacer más llevadera la jornada de los hombres y mujeres disfrazados. Ellos admiten que cualquier hora es buena para trabajar en una ciudad de 2’698.077 de habitantes que, agobiados por tanta delincuencia, falta de empleo y otros graves problemas, necesita hoy más que nunca de héroes que le puedan dar a la gente aunque sea un poco de distracción y alegría.