“Cosme, venimos a dejarte a tu hijita”, dijo entre llanto y dolor Santa Vera, madre de Karelis Magallanes, policía asesinada presuntamente por su pareja, el 26 de agosto en la parroquia Tonsupa, en Atacames, provincia de Esmeraldas.

La triste escena se vivió en la bóveda de Cosme Magallanes, padre de Karelis, quien será su ‘vecino’ en el camposanto. Cosme falleció de muerte natural el pasado 17 de agosto.

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Once días después de enterrarlo, la familia se despidió de la gendarme, quien en la misma fecha de su sepelio cumplía dos meses de haber ingresado a la institución. Las ironías de la vida.

Una de sus tías lanzó pétalos de rosas rojas en el piso durante el paso del cortejo fúnebre, mientras sonaba en un parlante la canción ‘Amor eterno’, de la intérprete española Rocío Dúrcal.

Santa recuerda que su retoño desde pequeña quería ser policía, pues cuando era niña jugaba con sus amiguitos a las persecuciones.

El sueño se cumplió, aunque en el segundo intento, ya que hace dos años se había postulado para entrar a la Policía Nacional, pero no había podido seguir con los trámites por asuntos personales.

“Ella ‘brincaba en una pata’ cuando le avisaron que entró en la institución”, manifestó Santa, quien se quedará a cargo de su nieto, un menor de tres años, hijo que tuvo con David Roldán, el supuesto autor del femicidio, quien luego del crimen se suicidó con la misma arma de dotación con la cual atacó a su pareja.

“Era muy solidaria con todos, amable y humanitaria”, comentó una de sus compañeras de promoción, con quien compartió seis meses de formación en la Escuela de Policía Atahualpa, en la provincia de Santa Elena.

Patricio Díaz, hermano mayor de la occisa, aseveró que ella era el orgullo de la familia, pues siempre que se planteaba metas, hacía lo imposible para alcanzarlas.

Los familiares de Karelis no salen del asombro que les ha generado su repentina partida. No les cabe en la cabeza que esto haya sucedido, puesto que ella y su esposo se llevaban bien. O al menos eso era lo que pensaban sus parientes.

En el entorno familiar de Karelis no recuerdan haber conocido o escuchado de algún problema o pelea entre ambos. “Solo Dios sabe lo que pasó y lo que desencadenó esta tragedia”, expresó la acongojada progenitora.

El día del crimen, Karelis y David estuvieron en la casa de Santa. Llegaron aproximadamente a las 17:00 para dejar a su hijo. Karelis estaba uniformada, porque a las 20:00 del pasado sábado (26 de agosto) debía formarse en el comando de policía de Esmeraldas.

“Ellos salieron de mi vivienda cerca de las 19:00, iban en una moto. Pensaba que él me la iba a dejar en la parada para que coja carro a Esmeraldas, pero no fue así. Me dijo que la iba a dejar en la calle principal. No sabemos qué habrá pasado en ese lapso”, relató la mujer, quien aseguró que se llevaba muy bien con su yerno, a quien no le guarda rencor.

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