“Lo vi crecer, siempre fue muy entusiasta, tenía muchos proyectos, sueños. No olvidaré nunca su alegría”, dijo entristecido el manabita Iván Loor al recordar a su sobrino, Kevin Mero, uno de los cuatro jóvenes oriundos del cantón Puerto López, Manabí, cuyos cuerpos fueron encontrados cerca del puente de ingreso a la población de Curía al norte de Santa Elena.

El pariente sabe lo que es perder a un ser querido. En enero pasado le asesinaron a un hijo, por eso fue enfático en pedir a las autoridades policiales más agilidad para encontrar a todos los responsables de los crímenes que se vienen cometiendo en el sur manabita.

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“Hasta cuándo tanta maldad, por favor, que las autoridades nos quiten la red delincuencial que tiene atrapado a nuestro cantón Puerto López”, pidió Loor al pie del centro forense de Santa Elena.

Con Loor estaban más de una treintena de allegados de los cuatro jóvenes que desaparecieron desde la madrugada del domingo 4 de agosto. Esperaban que les entreguen los cadáveres de los parientes que buscaron afanosamente.

El coronel de Policía, Jimmy Hernández, jefe del distrito Santa Elena, informó que en la necropsia practicada a los cuerpos que estaban en fundas plásticas, se determinó que estos ya tenían más de dos días sin vida.

Los cadáveres fueron encontrados con lodo, por lo que deduce que Kevin Antonio Mero, Israel Roberto Paredes Reyes, así como las jóvenes Kiarine Velaska Peña Catagua y María José Quinteros Pérez, fueron asesinados en un sitio fangoso.

El oficial explicó que, según el GPS de la camioneta en donde se movilizaban las víctimas, luego del secuestro, esta estuvo detenida por más tres horas en la zona montañosa límite entre Puerto López y la provincia de Santa Elena. “Ese sería el lugar del crimen”, informó Hernández, y descartó que alguna de las víctimas hayan sido desmembradas.

También mencionó que por el estado de descomposición de los cuerpos “no se logró determinar si previo a la muerte estas personas fueron torturadas”. Hernández sostuvo que un equipo de élite de la Policía trabaja en la localización de los asesinos.

Por los indicios que tienen los agentes, quienes cometieron este cruel crimen, botaron a las víctimas al amanecer del miércoles y en el carro que los llevaron dio la vuelta por la zona de Curía, por eso encontraron tres cuerpos de un lado de la vía y al cuarto, casi al frente.

La impotencia e ira se mezclan con el dolor. Zaira Mero, hermana de Kevin Mero, aseguró no haber recibido la ayuda esperada de parte de las autoridades para poder ubicar a su pariente y sus acompañantes.

Tratando de resumir las vicisitudes que han enfrentado por la desaparición, ellos (allegados de las víctimas), por sus propios medios, se movilizaron para tratar de localizarlos y hacer los trámites de las denuncias, por la desaparición y robo del vehículo.

Tampoco tiene mucha información sobre el sospechoso que fue detenido con la camioneta en la que andaban las víctimas. Zaira Mero aseguró que por el sistema de rastreo del carro, GPS, saben que lo tuvieron en Salango por unas cuatro horas y después, cuando reportaba que era conducido por el sector de Puerto Inca, en la provincia del Guayas, alertaron al 911. Por eso fue ubicado el carro y detuvieron a quien lo manejaba.

El detenido, explicó Zaira, mediante una llamada, trató de hacerse pasar como primo de la dueña del carro, quien es esposa del otro fallecido.

A aquel sospechoso le hicieron audiencia de formulación de cargos, pero a la propietaria del automotor no le notificaron, ni la convocaron. Al sujeto le ordenaron prisión preventiva y a sus acompañantes las liberaron, uno es menor de edad y a una mujer que está embarazada.

Aún le quedan muchas dudas sobre lo ocurrido con su hermano y los otros tres jóvenes. Esperan que investiguen el caso y den con los responsables, mientras ellos guardan su dolor de haber perdido a alguien muy querido, trabajador, una persona humilde y solidaria.

“Se me han secado los ojos de tanto llorar”, dice angustiada Margarita Reyes y también contrariada por la tragedia que los envuelve. Ella perdió a su hijo Israel Paredes, quien se dedicaba a hacer fletes. “Era un profesional, un economista, pero trabajaba haciendo fletes. Yo compré un taxi, y aún lo estoy pagando para que él lo maneje. La esposa también compró la camioneta para tener para su sustento”, acota.

La señora resalta que su hijo era trabajador y era a quien recurrían los vecinos que necesitaban trasladarse. Que él no andaba en cosas malas, “ni era de banda”.

No le importó caminar por el lodo ni subir montañas, con la ayuda de vecinos solidarios y familiares de los otros jóvenes desaparecidos, para encontrarlo. Sin embargo, al conocer el trágico final de Israel, su angustia se incrementó aún más. Lo más doloroso es que cuatro niños (de 12, 6, 4 años y 5 meses) quedaron sin padre.

Este jueves 8 de agosto de 2024, los deudos retiraron los cuerpos y de inmediato los llevaron a Puerto López.

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