Exclusivo
Actualidad

Skaters de Guayaquil: Jóvenes reclaman espacios dignos y cuidan sus skateparks
Grabateeste, un colectivo de ‘skaters’ guayacos, busca visibilizar la cultura del skate en Guayaquil a través de las redes sociales
En una tarde soleada en la avenida de la Democracia, al norte de Guayaquil, una gran pared gris proyectaba una sombra que partía la vereda en luz y oscuridad. Bajo esa fracción de sombra, un grupo de ‘skaters’ iba y venía sobre sus patinetas. Caían, se levantaban, celebraban cada truco logrado y reían con los fallos.
(Lea también: Fundación extranjera construyó parque de patinaje para niños de Engabao)
Con ingenio callejero, transforman un hidrante, un tablón y una patineta rota en una rampa improvisada. Saltos, giros y raspones quedan inmortalizados por una cámara atenta, decidida a capturar el pulso crudo del ‘skateboarding’ urbano.
Ellos son Grabateeste, una comunidad ‘skater’ guayaquileña de unos 15 jóvenes que han encontrado en el contenido digital una forma de documentar, visibilizar y celebrar este deporte olímpico.
No es un pasatiempo
Gregorio Mejía, de 37 años y con 22 sobre la tabla, es el alma de esta iniciativa. Para él, esto va más allá de un hobby. “Es una profesión y una responsabilidad social”, afirma con firmeza.

Lo que distingue a este colectivo no son solo los trucazos o las maniobras imposibles, es la forma de mostrarlo en su versión más pura y cotidiana: rodar por las calzadas entre al ‘mar’ de vehículos que acostumbra la Perla, pues aunque frecuentan ‘skateparks’, su ADN es la calle.

Han rodado y grabado en sitios como el Malecón del Salado, el World Trade Center, Urdesa y varios parques de la ciudad. Pero también en puntos al límite, como el infame ‘tobogán’ de la avenida Felipe Pezo: una pendiente pronunciada con cinco ondulaciones donde autos, motos y buses pasan a toda velocidad.
“El ‘skate’ siempre ha sido arriesgarse”, recuerda Gregorio sobre aquella sesión filmada a finales del año pasado. Sí, fue ilegal, admite, pero también necesaria. Para él, documentar estos momentos no solo es una hazaña, sino un grito.
“Queremos que autoridades como el Municipio nos vean, que trabajemos juntos para organizarlo mejor. Esto es un llamado a las autoridades. Grabateeste busca visibilizar el deporte, su cultura y su gente”, expresa.
Rodar y respetar
Allan García, también de 37 años, es el ojo detrás de muchas tomas. Productor audiovisual del grupo, sabe que la calle impone condiciones: “Tenemos que arreglárnoslas. Es verdad que pasan carros y motos, pero hay que ser creativo y ver cómo lo haces. Son cosas que pone la calle. Nada va a ser perfecto”.
A pesar de los riesgos, Allan no ha tenido incidentes graves, a mas de par trifulcas con uniformados. “Nosotros solo salimos a patinar y vamos por diferentes lugares, pero tratando de no molestar a nadie y respetando la propiedad privada. Es nuestra cultura”.
Nick Luna, el menor del grupo con 19 años y 8 patinando, se unió a este movimiento por pura casualidad. “Un día estaba en la casa de un amigo, vi una tabla tirada y la empecé a usar. Me gustó y me fui de largo”, recuerda.
Aunque su padre no aprueba del todo que pase tanto tiempo en la calle, su madre lo ha apoyado siempre. Una vez, desoyendo sus consejos, salió a patinar y terminó con la canilla abierta. “Nunca dejé de patinar pese al accidente”, dice entre risas.
‘Skateparks chimichurris’
En Guayaquil hay lugares para patinar, pero están lejos de ser ideales, según dicen. “Están obsoletos, descuidados y abandonados”, lamenta Gregorio. Lo que la ciudad necesita, asegura, es una “'skate' plaza de alto rendimiento” con obstáculos, rampas y filos para todos los niveles: niños, experimentados y profesionales que compitan.

Hoy, el mantenimiento recae en los propios patinadores. “En el ‘skatepark’ del Mall, que es el más obsoleto, nosotros mismos cambiamos tubos, rellenamos huecos, ajustamos los ángulos de las cajas. Lo hacemos por autogestión. Es nuestra casa, y nos toca cuidarla”, cuenta.
EXTRA verificó este 11 de abril lo dicho por Gregorio. En el Skate Park Municipal, ubicado en la avenida Juan Tanca Marengo, se observa el deterioro: tubos corroídos por el óxido, baños incompletos, pestilentes y repletos de basura en el suelo.
“Lo más turro, aunque no se ve a simple vista, son las grietas en todas las rampas. Eso provoca las caídas”, señala un skater que prefiere mantenerse en el anonimato.



Aun así, esa ‘casa’ a la que hacen referencia, sí se cuida. Este Diario fue testigo de cómo varios jóvenes pintaban algunas rampas, intentando devolverle color y dignidad al espacio.
El centro porteño, junto al estadio Yeyo Úraga otro skatepark espera atención. Basura acumulada en las curvas altas, grafitis obscenos sin borrar, maleza espesa que parece parte del mobiliario urbano. Un lugar olvidado por muchos, incluso por los mismos patinadores que poco visitan esta atracción.


“Visibilizar absolutamente todo lo que respecta al skate en Guayaquil es nuestra misión”, concluye Gregorio, quien adelanta que en septiembre estrenarán un documental. Será una radiografía social sobre este movimiento que desafía la gravedad, pero también la indiferencia.
¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!