Con masacres por todos lados, ciudades que claman por ayuda y una crisis energética que no ha dejado de ser una amenaza para el país, hay políticos que han convertido las redes sociales en un campo de batalla para ataques personales y disputas vacías. En lugar de aprovechar estas plataformas para dialogar con la ciudadanía o proponer soluciones, optan por el enfrentamiento y la búsqueda de protagonismo, dejando de lado su verdadero rol como representantes del pueblo. La gente no elige a sus líderes para ser espectadores de shows digitales, sino para que trabajen incansablemente por resolver los problemas que afectan a todos.

Esta desconexión entre los políticos y la realidad de los ciudadanos alimenta el descontento social. Mientras los trabajadores enfrentan cortes de luz que afectan su productividad y las familias viven con el temor de la delincuencia, hay quienes parecen más interesados en sumar ‘likes’ que en sumar esfuerzos para sacar al país adelante. 

Es una falta de respeto hacia quienes luchan día a día por sobrevivir en un entorno cada vez más hostil. Cada minuto que se pierde en una pelea en Twitter es un minuto que podría haberse invertido en planificar estrategias, convocar mesas de diálogo o simplemente cumplir con los compromisos adquiridos en campaña.

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