Desde tiempos inmemoriales, los pueblos han migrado buscando mejores destinos. El éxodo sigue siendo Estados Unidos uno de los favoritos y Europa para los migrantes de África.

Lo que acontece en la travesía de las diásporas es inenarrable. Familias rotas, sin saber de sus próximos -muchos niños viajan solos-, que rompen el alma al solamente imaginarlo. En el caso europeo, es la gran deuda que tiene el mundo industrializado con los países que, en su momento, sojuzgaron, y, ahora, están pagando la factura, porque, lamentablemente, sus economías no pueden soportar este peso ni todos los que llegan son dechados de virtudes.

De este lado, el plan migratorio de Trump se cierne sobre 11 millones de indocumentados y sobre los beneficiarios de los programas DAPA y DACA implementados por Obama.

Entre sus votantes se hallan muchos que entraron burlando las leyes y ahora están regularizados, o los que ingresaron legalmente y no desean ver mermados sus empleos, así como los americanos que se sienten amenazados por la mano de obra barata de los inmigrantes “sin papeles”. Es la ley de la supervivencia y los demás no podemos mandar en casa ajena. No obstante, un plan entre los países “exportadores” de migrantes y los USA debiera ser adoptado para evitar tanta tragedia. ¿Estaría Trump dispuesto a discutirlo? ¿Habrá una propuesta de parte de nuestros próximos gobernantes?