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Opinión

Editorial: Un final esperado

El movimiento político que desgobernó al país durante una década, se desmorona a pasos agigantados.

El movimiento político que desgobernó al país durante una década, se desmorona a pasos agigantados. Este final era de esperarse en una estructura política sin doctrina, sin principios, basada solo en el culto a un ídolo que tenía los pies de barro en la posibilidad del enriquecimiento ilícito; y además estaba su destino marcado a fuego por el decurso de la historia y el descubrimiento de graves casos de corrupción que no eran pocos sino una larga cadena que incluye a altos funcionarios y hasta magistrados de elección popular.

Correa no era un hombre de pensamiento. Era y aún es, aunque medio oculto cuando no tiene el poder total en sus manos, audaz y, capaz de llamar corruptos a todos cuantos no eran parte de la oligarquía beneficiaria del Poder.

El tiempo y la realidad han desnudado a ese gobierno que se reelegía utilizando la suma de los recursos públicos y una propaganda llena de falsedades que finalmente ha sido descubierta y demuestra cómo la audacia no es el mejor camino para gobernar.

El país va entrando, poco a poco, a su estado normal. Hay dificultades sobre todo en el aspecto económico, pero hay una voluntad general para colaborar en la grave tarea de reconstruir el país luego de la década perdida.