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Opinión

Columnas: Assange muerde la mano de sus protectores

La aventura de Julian Assange, asilado por varios años en la embajada del Ecuador en la “City” (como la llaman los propios ingleses) para evitar ser condenado por la justicia británica.

La aventura de Julian Assange, asilado por varios años en la embajada del Ecuador en la “City” (como la llaman los propios ingleses) para evitar ser condenado por la justicia británica, nos recuerda al peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, quien durante la dictadura del general Odría en el vecino país meridional, a la que combatió frontalmente, tuvo que también quedarse en la embajada colombiana en Lima por un buen tiempo. Sin embargo, hay ciertas notables diferencias entre Julián, creador del Wikileaks, y Víctor Raúl, inventor del APRA. Comenzando por la sobriedad del peruano y el espíritu algo juguetón del australiano, quien para matar el tiempo durante su “cautiverio” se dedicó a andar en patines por los estrechos espacios de la sede diplomática y hasta trató de jugar indor-fútbol, añorando a Messi o a Pelé.

Lo preocupante de Julián, quien tiene también entre una de sus grandes culpas el haber ayudado al triunfo del atípico Donald Trump para que llegue a la Casa Blanca atacando a doña Hillary a través de su sistema de comunicación (después se metió contra España apoyando a los independentistas catalanes), es que ahora muerde la mano de quienes le han dado asilo al enjuiciar al gobierno ecuatoriano a través de su canciller, acusándolo de no respetar sus derechos humanos. ¡Qué ironía!

Como no podía ser de otra manera, la Cancillería ha elaborado un protocolo de 32 disposiciones para tan molestoso huésped. Y ya el Ecuador no pagará sus gastos y hasta se podría poner fin al asilo, lo cual pondría a Assange en manos de las autoridades inglesas. (FCV)