En más de una oportunidad se nos dijo a los ecuatorianos que jamás se haría aquello que “hicieron los de siempre”. Pero como del dicho al hecho hay mucho trecho, la realidad es otra. En la Asamblea Nacional, la semana pasada una asambleísta perdió la serenidad al rebatir a un colega de curul lo que él decía. Y para hacernos recordar lo que hicieron “los de siempre” le dijo que está desinformado, que ella sabe perfectamente bien quién es él, a quién representa, qué intereses defiende y “te veo nomás, pues te veo cretino, mamarracho”. Como es normal la persona que se sintió lesionada con estas frases solicitó que se le imponga la sanción a la honorable asambleísta. Le impongan o no sanción, es lo de menos.

Lo que hay que reconocer es que la política está degradada, por lo que hay que hacer lo necesario para rescatar valores que se están perdiendo. La mujer, que con justo derecho reclama y exige no ser acosada, no ser ultrajada de palabra o de obra por su pareja, por su marido ni por nadie, no es correcto que sea una mujer la que ofenda a un hombre con términos que lesionan su honor, y que, además, sea legisladora, quien debe ser un espejo para que se miren en él para actuar con decencia, con dignidad y con honor.

Con este motivo recordemos y repitamos estas frases: “El insulto ofende a quien lo infiere, no al que lo recibe” y “el insulto es el recurso de los que no tienen argumentos racionales para debatir y discutir”. (BLC)