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Opinión
¡Esto se va a descontrolar!
La violencia no solo está en el uso de las armas o en el salvaje ataque de la delincuencia, que diariamente se evidencia en los canales de televisión y en las redes sociales. Este fenómeno se extiende por todos los aspectos de la vida y ni siquiera reparamos en aquello. Por ejemplo, cuando un conductor se estaciona en doble columna, pese a que sabe que está prohibido, y no le importa molestar al resto. O cuando el semáforo está en verde y el chofer sigue revisando su celular, abstraído de todo lo que le rodea, mientras los autos pitan enloquecidos para que el otro se despierte, generando una histeria colectiva que enerva a cualquiera.
También están los buseteros, que se paran donde les place para recoger pasajeros, zigzagueando por las vías. Y tampoco les importa hacerlo frente a los agentes de tránsito, aturdidos por el tráfico o por los peatones irresponsables que cruzan las calles hasta por debajo de los puentes peatonales. No se salvan tampoco aquellos que aprovechan los semáforos para lanzar alevosamente agua jabonosa en los parabrisas, pese a que se les pide que no lo hagan y golpean los carros de quienes se resisten, al igual que los cuidacarros, que se creen los dueños del espacio urbano y cobran tarifas porque así es la vida. Los más audaces son los galanes de esquina, que aprovechan su facha pendenciera para violentar a cualquier mujer que pase por sus narices.
Si queremos erradicar la violencia, comencemos por respetar a los demás. Así, al menos, podremos distinguir a l os buenos de los malos.