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Una casa del sector luce un muro pintado en alusión a Los Lobos.EXTRA

Bandas criminales 'gobiernan' la cooperativa San Francisco, en Pascuales

Tres grupos delictivos se disputan el poder en la zona, donde el 16 de julio dos niños murieron a tiros. Residentes no los denuncian por miedo.

La frase hogar, dulce hogar, pierde sentido en la cooperativa San Francisco, al norte de Guayaquil. Tres bandas delictivas se robaron la paz en el sector, que tuvo su capítulo más triste el pasado 16 de julio, con la muerte de dos hermanitos de 10 y 6 años en una balacera. Esta familia vive su duelo con temor, igual que muchos habitantes que sienten pánico de ser las próximas víctimas de los criminales.

Los parientes de los pequeños asesinados han preferido no hablar. El silencio es la mejor estrategia que les queda. No quieren líos con nadie. Pero una persona allegada al entorno familiar contó brevemente cómo afrontan la pérdida de los ñañitos. De las investigaciones judiciales no habló.

“Los niños siempre iban a hacer deberes a otra casa cerca de la suya”, dijo. Esa noche fueron a realizar sus tareas como de costumbre. Minutos después de que regresaran al hogar, a las 23:00, sicarios en moto aparecieron en la zona para dar plomo al domicilio de los menores de edad.

La policía presume que el ataque fue por una equivocación, pues los sicarios habrían querido matar a otra persona. Finalmente, terminaron acribillando a dos adultos más en el transcurso de la madrugada.

De esa tragedia, afortunadamente, sobrevivió un hermano menor de los niños baleados. Tiene 5 años y permanece hospitalizado, aunque se encuentra estable y está previsto que pronto le den el alta.

“El niño pregunta por sus hermanitos. La mamá le dice que están en el cielo”, comentó con tristeza la persona entrevistada por EXTRA.

La incomprensión del pequeño es una muestra de lo duro que les resulta asimilar lo que pasa. Más aún teniendo en cuenta que deben seguir habitando allí, con el peligro latente al salir de casa.

La zona es de difícil acceso y requiere de obras municipales.Carlos Klínger / EXTRA

¿QUIÉNES CAUSAN TERROR?

El teniente Marco Silva, jefe policial del circuito San Francisco, perteneciente al distrito Pascuales, en la parroquia urbana del mismo nombre, indica que tienen identificadas a tres estructuras delictivas que pugnan por el poder ahí: Los Lobos, Los Pitufos y Los Martínez.

Menciona que durante este año 49 supuestos integrantes de esas bandas fueron detenidos y que están implicados en “microtráfico y tenencia y porte ilegal de armas de fuego”.

Estas asociaciones se disputan el territorio a tiros y crímenes. Tienen presencia en las dos etapas de la San Francisco, pero principalmente se enfocan en la uno, por su difícil acceso, debido a que se asienta en un área de cerros, con calles empinadas sin asfaltar y llenas de lodo. Ingresar es posible solo en moto y en vehículos todoterreno.

En el área de influencia de toda la cooperativa hay dos unidades de policía comunitaria. Sin embargo, ante el caso de los niños y las otras dos personas baleadas el fin de semana pasado se reforzará la seguridad, expresa Silva.

De enero a marzo las muertes violentas no faltaron en la zona, pero desde abril hasta el fatídico 16 de julio, sorprendentemente, no se registraron hechos sangrientos. “Lo de los menores pasó después de cuatro meses de tranquilidad”, acota el jefe policial.

Los asesinatos no son lo único que origina el horror en los habitantes. Quienes residen en el vecindario revelan que las amenazas son el ‘pan’ de cada día. Nadie denuncia ni ‘dedea’ a los criminales, porque después las consecuencias pueden ser atroces.

“Estamos atados de manos, no podemos con el narcotráfico que existe acá. Si nos metemos, nuestras familias saldrían afectadas”. Este fue uno de los testimonios protegidos que este Diario recabó en este lugar. La situación descrita es prácticamente generalizada.

Una laguna que hay en el sector no es aprovechada. Nadie quiere bañarse por temor a balaceras.Amelia Andrade / EXTRA

SIN ESPERANZA

La sensación de inseguridad queda a la vista en los detalles del sector. Existe una laguna de agua dulce que nadie aprovecha para pegarse un chapuzón. A pocos metros, en la pared de una vivienda, resalta un mural pintado con el nombre ‘Los Lobos’, irónicamente acompañado de un versículo bíblico. Al lado hay un terreno cercado del que cuelga un anuncio de ‘se vende’.

El pequeño cartel refleja un anhelo de los residentes: la esperanza de vender sus propiedades y mudarse a otro sitio. Lamentablemente, ese sueño es muy lejano e imposible para la mayoría. No tienen posibilidades económicas para irse. Les toca seguir aguantando ese infierno en silencio.

La psicóloga y terapista familiar Marcia Colmont advierte que esta problemática supone tres efectos emocionales en los moradores: sentirse abandonados por las autoridades, tener desesperanza de que las cosas puedan cambiar y el miedo a que sus hijos terminen integrando las bandas.

“Son agravantes. Todo eso puede generar trastornos psicológicos, podría ser ansiedad, ataques de pánico”, explica.

Sobre el estado de la familia de los menores de edad baleados, la especialista menciona que para ellos es más complejo superar el duelo. Por un lado, porque los niños murieron de una forma abrupta e inesperada. También porque para los parientes se perdió esa tranquilidad que tenían de estar seguros dentro de su vivienda.

Los habitantes de la San Francisco requieren una ayuda urgente. No la piden en boca propia porque callan como un instinto de supervivencia. Esperan que hechos como el de los hermanitos y la información policial sobre la existencia de bandas sean la máxima expresión de auxilio ante las autoridades. Que luego no sea tarde para actuar. 

La Policía incrementará los patrullajes y la seguridad en el sector.Freddy Rodriguez / EXTRA

ALUMBRADO, VIGILANCIA Y DIÁLOGOS

Stalin Sacoto, exagente de Inteligencia de la Policía Nacional y experto en seguridad, opina que las alternativas para liberar a este espacio de los criminales deben empezar con una serie de obras. En resumen, dice, deben mejorar las vías de accesos o hacer las que son rústicas. También dotar el sector de alumbrado público, complementando con cámaras de vigilancia.

Luego debe seguir un diálogo con los cabecillas de las organizaciones. Un proceso en el que deben intervenir instituciones públicas como la Policía y la Fiscalía, principalmente, y participantes externos como la Iglesia u organizaciones de derechos humanos. La idea es que se concrete una pacificación.

Después de eso ya es el momento de la “mano dura”. “Si los antisociales irrespetan lo acordado deben ser castigados severamente con las penas máximas de cada delito”, enfatiza.