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Carmen cuida a sus dos nietos, de 7 y 5 años; de fondo, colgado en la pared, está el retrato de Solange Tituaña, asesinada el 7 de abril de 2020.ANGELO CHAMBA

Las asesinan más los domingos: 1.510 femicidios desde 2014 hasta julio de 2022

Carmen cuenta cómo ha enfrentado con sus nietos la muerte de su hija Solange, cuyo marido y agresor está condenado.

Esa mirada inquisidora de Wilmer Quisilema es la que María del Carmen Mugmal nunca olvidará. En 2020, él asesinó a Brigith Solange Tituaña, la golpeó, la estranguló y la botó al río San Pedro, en Sangolquí.

“Una vez le pregunté: ¿por qué le mira así a mi Sol? Era como si le dijera: Llegamos a la casa y vas a ver lo que te pasa”, recuerda Carmen, quien después del crimen de su hija quedó a cargo de sus dos nietos de 7 y 5 años.

Según la Fiscalía General del Estado, entre el 27 de febrero de 2014 y el 29 de julio de 2022, 1.510 mujeres fueron víctimas de femicidio en el país, dejando 768 huérfanos. Los hijos de Solange son parte de esta estadística.

Su abuela, además de haberlos acogido, se enfrenta a los traumas psicológicos que ha dejado en ellos la muerte de su madre.

En la sala de la casa han levantan do un altar para rezar por la víctima.ANGELO CHAMBA

El mayor presenció el asesinato por un hueco que había en la puerta de la habitación. Dio detalles en la cámara de Gesell (habitación dividida por un vidrio de visión unilateral) cuando se realizaban las pericias, pero antes ya había advertido a la familia que, ese 7 de abril de 2020, su papá había atacado a su progenitora.

Carmen y sus “pequeños”, como los llama, reciben atención psicológica cada 15 días. No solo deben entender que la “mamita Sol” está en el cielo, sino también que su padre cumple una condena de 26 años.

La Fiscalía ha identificado a 947 femicidas, 158 han fallecido y 12 están entre los más buscados. Algunos de ellos tienen antecedentes (ver infografía).

El cuidado

Con la madre fallecida y el padre en la cárcel, la abuela mantiene a sus nietos con 40 dólares semanales fabricando ladrillos. En la sala de su hogar, en San Pedro de Taboada, al suroriente de Quito, donde se levanta un altar para Solange sostenido sobre botellas vacías de cerveza, recuerda que su hija antes había sido agredida. “Le había cogido de los cabellos y le dio contra el piso, pero alcanzó a llamar al 911 (...) Esa vez ya le había dicho: ‘Te voy a desaparecer, Sol’”.

En esa ocasión, Carmen encaró a la mamá de Wilmer. La respuesta que recibió, la dejó atónita. “Las mujeres les sacamos de quicio a los hombres. Buscamos que nos peguen. Yo he vivido pegada, pero nunca he abandonado el hogar”. Entonces, supo que su yerno venía de un círculo de violencia continua.

El día de la sentencia fue la última vez que habló con él. “Yo no soy quién para juzgarle, pero que no me llame, no me busque, quizá con el tiempo le haré saber cómo están sus hijos”, le advirtió.

461 casos de femicidio tienen sentencia condenatoria. 

Los días de terror

La mayoría de femicidios, según la Fiscalía, ocurrió en la madrugada y noche del domingo -datos desde 2014 hasta julio de 2022-. Entre las 00:00 y las 05:59 se reportaron 89 casos. Entre las 18:00 y las 23:59 hubo 93.

Las razones, según expertos consultados por EXTRA, son que el fin de semana hay más consumo de alcohol, la familia comparte un mismo lugar y muchas mujeres solicitan a sus parejas o exconvivientes dinero para el inicio de la semana, provocando la ira de sus agresores.

Guayas es la provincia con más número de casos, seguida por Pichincha y Manabí. La mayoría de víctimas murió por el uso de armas de fuego de sus victimarios (34,7 %); por armas blancas (31,52 %) y la tercera causa es por asfixia (15,3 %).

Para el agente fiscal de Pichincha, Eduardo Estrella, y la directora de Política Criminal de la Fiscalía General, Ximena Coello, determinar el patrón de un femicida es complejo. Cada caso debe ser analizado por separado.

Estrella, quien ha trabajado en casos de violencia de género, explicó que no solo se determina la causa de muerte en estos casos, también se realizan autopsias psicológicas para saber las condiciones de la víctima: si sufría depresión o estrés postraumático.

Las experticias de contexto levantan simbologías. Por ejemplo, hace algún tiempo investigó un femicidio, en el que tanto la víctima como la pareja eran atletas reconocidos, pero en el hogar solamente estaban colgadas las medallas de él. Los logros de la mujer eran invisibilizados. Lo mismo sucedía en la casa de los padres del femicida, ambos también deportistas.

En la manera de cometer el crimen también hay pistas. “Las puñaladas en el pecho o cerca de la vagina, que no son las que causan la muerte, representan una idea simbólica de que ese cuerpo le pertenece al agresor”, detalló.

Coello aseguró que aunque se vean de forma clara las relaciones de poder en estos casos, es “difícil presentarlo ante un tribunal”, pero es necesario hacerlo. Mencionó que levantar la estadística de femicidios, sin que se sigan tomando en cuenta como asesinatos u homicidios, visibiliza un problema de violencia estructural que no puede seguir oculto.

Perfilando al asesino

Mauricio Pacheco es director del Instituto de Criminología de la Universidad Central. Explicó que en Ecuador no hay estudios a profundidad sobre perfiles criminológicos relacionados con el femicidio y tampoco existe un perfil global, pero dio pistas de qué aspectos son importantes.

Aseguró que hay evidencia científica de que cuando la parte frontal del cerebro (lóbulo central), que es toda el área en donde se forma la capacidad de percepción y de toma de decisiones, tiene disfuncionalidades, se convierte en un factor determinante que desencadena en reacciones violentas y fuera de la normalidad. “Ante estímulos pequeños, un ser humano con este problema puede actuar de forma excesiva”, menciona.

También hay factores sociológicos en los que una persona con poca tolerancia a la frustración, nulo sentido de pertenencia, falta de afectividad sumado a personalidad conflictiva, puede convertirse en una bomba de tiempo.

La psicóloga Blanca Nájera, experta en la atención a personas privadas de libertad, identifica características comunes en los victimarios, como la impulsividad, el odio a lo femenino y la tendencia a la posesividad. “En un acto feminicida no se trata solo de matar, sino de hacerlo de tal manera en que el cuerpo lleve la marca de una cosificación, el desprecio y la apropiación masculina. De ahí la frase: eres mía o de nadie”.

Nájera citó un estudio de la Universidad de Lima y el Consorcio Económico y Social en el que, después de encuestar a 53 mil mujeres de 2010 a 2017, se detectaron 4 formas en que los femicidas coaccionan a sus víctimas. El primer eslabón son los celos, después el dominio para aislarla de familiares y amigos; seguido de ataques físicos, golpes y sacudidas, y finalmente amenazas de muerte, quemaduras, ataques con armas e intentos de estrangulamiento.

La experta mencionó que un femicida también puede arrepentirse. Recuerda que tras dictar un taller a personas privadas de la libertad, uno de ellos se acercó pidiendo ayuda. “Yo estoy aquí porque maté a mi esposa, tengo una hija de tres años y sé que ella va a crecer y me va a preguntar por su mamá y yo quiero saber qué le voy a decir”. Nájera sostiene que hacerse responsable por los actos cometidos es el primer paso.

Algunos casos de 2020 en plena pandemia

Parménides Montecé asesinó a Vilma Ubilla a golpes. A la mayor de sus hijas la estranguló y a la menor la asfixió. Después se suicidó.

Juan Ordóñez mató a María Gabriela León. La autopsia reveló que fue por estrangulamiento y sofocación. Fue sentenciado a 34 años de prisión.

Luis Hermida, prófugo de la justicia, es el principal sospechoso en el asesinato de Lisbeth Baquerizo, quien murió por traumatismo craneoencefálico con un objeto contundente. La autopsia reveló que varias heridas en su cabeza y cuello habían sido tapadas con pegamento.

Femicida no identificado. A Cristina Balcázar le aplastaron la tráquea con el dedo pulgar para asesinarla. Tenía 8 meses de embarazo. El bebé estaba en estado de descomposición. No se supo si murió antes o después que su madre.