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Farándula

Tiene a su haber 82 giras a los Estados Unidos y 22 a Europa. Así como una Gaviota de Plata que obtuvo en Viña del Mar en 1974.ALEX LIMA

Héctor Jaramillo: “Me muero y se termina la dinastía Jaramillo”

Inició su carrera como solista en 1972, con ‘El pañuelo blanco’, tema que se convirtió en un himno en su repertorio

No le pide permiso a sus huesos para menearse. A ritmo de ‘Pasito tun tun’, Héctor Jaramillo, ‘El hombre del pañuelo blanco’, flexiona las piernas, levanta los hombros y mueve las caderas como un muchacho. Él tiene 91 años y su voz, así como sus movimientos al bailar, siguen bien parados.

Se niega a colgar el micrófono y dejar a su público sin sus temas. Hace pocos días se volvió viral por sus movimientos. Causó tal sensación que alcanzó los 3 millones y medio de visualizaciones en las redes sociales.

Con 75 años de carrera, el artista quiteño confiesa que vive un poco alejado de las plataformas digitales, por lo que el primer sorprendido fue él.

“Para mí fue una novedad cuando mi esposa Adelaida me dijo los millones de visitas que tenía. Casi me caigo de espaldas y agradezco el cariño de la gente que me graba en mis presentaciones y lo sube a las redes”.

En su casa tiene una habitación llena con sus premios y condecoraciones.ALEX LIMA

(Lea también: En los premios Disco Rojo homenajearon a Héctor Jaramillo)

  • Bala con miel

La energía que proyecta asegura que se debe a la disciplina con la que se maneja en la vida.

Soy de buen descanso, buena alimentación y sobre todo por el respaldo cariñoso de mi entorno familiar, principalmente mi esposa que es mi soporte y mis hijos que son el sentido de mi vida”, indica.

Aunque la música popular que interpreta suele acompañarse de un buen trago, él reconoce que no bebe.

“Hay un antes y después de Héctor Jaramillo. Antes de que me case con Adelaida, yo era una ‘bala perdida’, farrero, fiestero, no chumado, pero me gustaba bailar mucho. Al casarme mi vida cambió totalmente, el cariño que tengo en la casa hace que toda mi energía esté dedicada para ellos y para mi profesión”.

Está casado con la abogada Adelaida Fabre Plaza hace 50 años, con quien tiene dos hijos. “Tenemos un feliz matrimonio, no sigue la luna de miel por la edad, pero la miel está intacta”, indica con buen humor.

En madrid llenó la plaza de toros Leganés, con capacidad para 15 mil personas, con las entradas agotadas en su primera presentación.ALEX LIMA

Se declara antifiestas y reconoce que hace su trabajo con alegría, pero terminado el show, “cojo mi maletita y me voy”.

  • Las giras no paran

Tiene a su haber 82 giras a los Estados Unidos y 22 a Europa. Así como una Gaviota de Plata que recibió en 1974 en Viña del Mar, en Chile, entre la infinidad de premios que atesora.

“He abierto algunos caminos que antes no había. Un empresario chileno me llevó a Amberes, Bélgica, él recordaba mi paso por la Quinta Vergara, cuando me entregaron una Gaviota y por primera vez se escuchó ‘El pañuelo blanco’, en Chile”.

El show en Amberes -recuerda- fue un éxito y estuvo lleno de chilenos y ecuatorianos. “Me contrataron por dos ocasiones más, siendo el único artista ecuatoriano que ha cantado allá”.

Rememora también cuando fue por primera vez a Londres, Inglaterra, donde su ‘Lambada ecuatoriana’ fue un éxito entre los compatriotas residentes en ese país.

“Hubo otro empresario de España que vino al país a contratarme. Esa fue la primera vez que canté en la plaza de toros Leganés, en Madrid, ante 15 mil personas con las entradas agotadas”.

  • Su emblema

‘El pañuelo blanco’, pasillo de autoría del compositor ambateño Fausto Galarza, es el que marcó su renacer artístico en 1972.

“Es la mamá de Tarzán de todo mi repertorio. Es el inicio y el éxito de mi carrera”, explica.

De aquella época indica que se había separado del trío Los Brillantes, y con el compositor y arreglista Naldo Campos acompañaban musicalmente a otros artistas.

“Yo había trabajado con el sello RCA de Quito, escogía el repertorio de los artistas y tenía una suerte enorme que siempre acertaba”. Fue así que ‘El pañuelo blanco’ llegó a sus manos.

“Me gustó y fui a enseñarlo a una compañera, no digo el nombre por respeto. Ella había pegado ya con una canción, pero tenía los humos más arriba de la cabeza y me dijo: ‘no, esa pendejada no sirve’. Además, dijo que le habían dicho que su voz estaba para orquesta, ya no para guitarristas”.

Confiesa que sintió una tristeza inmensa, que no pasó desapercibida para su esposa, quien lo impulsó para que sea él quien la cante.

“Yo era la tercera voz en los grupos que había estado, y de pronto mi voz grave no era del tiempo, como la de Julio Jaramillo, por ejemplo”.

Así fue al sello Ónix y presentó el tema al director musical Jorge Macías. “Me dijo que ese sería el disco de oro del año”.

Naldo Campos hizo los arreglos y el mismo día se grabó. Lo que siguió fue hacer sonar el tema en las rockolas de las cantinas de Guayaquil, luego en las radios y el resto es historia...

Tras el éxito llegaron otros títulos como ‘El clavel negro’, ‘El lirio amarillo’, entre otros. Hasta que le tocó el turno a la ‘Lambada ecuatoriana

“Yo me presentaba en la peña Rincón Folclórico y se me ocurrió comenzar a pegar una canción con otras, y la gente bailaba, hasta que un cliente me sugirió grabarla”.

Al principio -añade- que le dijeron que eso no servía, pero encontró apoyo en Pancho Feraud, del almacén de discos J D Feraud Guzmán, y se convirtió en otro éxito.

Gracias a la música admite que ha podido vivir muy bien. “Agradezco de corazón a los migrantes, porque ahí es donde he ganado más dinero”.

Aunque sus hijos cantan bonito, explica que no lo hacen profesionalmente. “Me muero yo y se termina la dinastía Jaramillo. Mi papá tocaba la guitarra maravillosamente bien y mi prima fue profesional, ella fue Carlota Jaramillo”.

Después de 75 años de carrera, entre risas, indica que ya no quiere más años “porque he sido el rey de las caídas”. Una mano rota, la clavícula dislocada y hace dos años una lesión en la columna, dice que son de los recuerdos no tan buenos que ha tenido en los escenarios que han soportado sus meneos.