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Farándula
Gino Freire, entre el humor, la radio y ser la voz del estadio Monumental
Es un todólogo, hace de todo en el arte actoral y del canto. Cuando juega el ídolo, es el primero en llegar al estadio.
Gino Freire Bonifacini tiene 43 años y es multifacético: es actor, guionista, productor musical, libretista de programas de comedia y hasta voz oficial del estadio de Barcelona, esa que se encarga de animar, levantar a las barras, dar las alineaciones, anunciar los cambios y hasta advertirles que no hagan relajo.
A su voz le ha ‘sacado el jugo’. Es conocido por hacer jingles, ‘intros’ y canciones de personajes para series de TV y hasta tiene una productora. Desde el 2017 es productor, creativo, músico y humorista de las radios Canela y Redonda, además de haber incursionado en el stand up comedy.
Entre bromas, dice que solo le falta vender maní en el estadio y cantar en los buses, y que eso le encantaría para estar en contacto con la gente.
Gino ahora vive de su voz y lo que produce su cabeza, pero antes vendía planes de celular, sin olvidar que también atendía a la ‘pípol’ en un local de hamburguesas.
Usted ha hecho de todo.
Creo que me falta una que otra cosa, pero mentalmente estoy preparado para todo.
Hace también stand up comedy.
Lo hago con mi compadre Pedrito Ortiz, barcelonista también. Esta profesión me ha permitido llevar mi humor a otras partes del mundo, incluyendo Europa, junto a otro gran hermano que tengo y me dio esa oportunidad, Tomás Delgado, La Vecina.
Y es cantante además.
Sí, es un don que Dios me ha dado, me gusta cantar, pero lo he mezclado con las cosas promocionales.
¿A dónde quiere llegar? Es cómico, locutor, influencer... ¿qué más?
Quiero que lo que hago le guste a la gente. La comedia es algo serio, porque buscamos sacarle el estrés a la gente, es un trabajo fuerte, pero si al final alguien se ríe es buenísimo. Me gustaría tener millones de seguidores en redes sociales.
Ser la voz del estadio es como ser un hincha de lujo. Diría Bad Bunny, un vip.
Por un lado, sí; pero por otro lado, no se ve bien el partido como estando en las gradas, no se aprecia de la misma manera. No sé cómo hacen los DT.
Un barcelonista viendo los partido en la cancha.
Se sufre igual. Antes tenía un poco más de recato al momento de celebrar un gol; ahora me relajo y los festejo igual. Aplica lo mismo cuando fallamos jugadas o nos ‘comemos’ goles.
¿Cómo se dio lo de ser la voz del estadio?
Un día Luigi Macchiavello me llamó por teléfono y me comentó la posibilidad de ser la voz del estadio para ese fin de semana. Los motivos por los que necesitaban a alguien no los conozco, y yo dije que sí, sin pensarlo. Jamás pregunté “¿cuánto hay?”. Y no solo eso, sino que dentro de mi rubro profesional he hecho muchas cosas ‘ad honorem’ por el club.
Cuando el equipo pierde, ¿le han dicho que usted es el ‘salado’?
Cuando Barcelona pierde, la gente se descarga con el que se vaya encontrando, con el que se le cruce. Eso me incluye a mí, no me salvo.
Cuando no se dan los cosas, ¿también contagia su pena y malestar?
Claro que sí. Lo que pasa es que yo siempre he sido mesurado para estas cosas, en las victorias y en las derrotas. Claro que me alegro y también me enojo, pero no soy de insultar a los jugadores ni a nadie. Tengo la teoría de que si a un amigo, en este caso Barcelona, le va mal, no lo insulto, (sino que) le doy la mano para que se levante, corregimos y solucionamos.
Si lo llaman de Emelec para que sea la voz del Capwell, ¿iría?
No iría, principalmente por dos razones: Primero, respeto a Barcelona, mi equipo de siempre, linda herencia de mi padre, club al que hoy tengo el honor de servir desde lo profesional y me han tratado siempre de lujo. Segundo, respeto a Emelec. No tengo duda de que la hinchada no vería bien que alguien identificado con el Ídolo sea la voz de su estadio. Si bien es un trabajo, hay cosas en la vida que van mucho más allá del dinero.