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Farándula
Besos y tomatazos, entre las experiencias y recuerdos de los asambleístas
Los legisladores revelan los momentos más ‘focos’ de su vida política. Por ejemplo, el partido de Alejandro Jaramillo fue confundido con otro y lo abuchearon. A Ramiro Narváez le plantaron un ‘destrampe’.
El asambleísta Alejandro Jaramillo no la tuvo fácil durante la campaña política para llegar al Legislativo.
A tomatazos lo recibieron en Cotocollao, un barrio del norte de Quito, al confundir los colores de su partido, Izquierda Democrática (ID), con los de otro movimiento. Esa ‘lluvia’ de vegetales no iba destinada para él. “No entendía qué pasaba. Yo decía: ‘Por qué nos tratan así, si en ese lugar la ID tenía acogida’”, recuerda.
De pronto, los gritos y los abucheos cesaron y se escuchó desde alguna casa: “Ellos no son”. Jaramillo rememora con gracia el susto que se llevó.
Incluso fueron los mismos ‘vecis’ de Cotocollao quienes lo ayudaron a limpiarse después del malentendido.
Pero ese no fue el único momento bochornoso que vivió el parlamentario durante su candidatura. En otro sector de la capital, Jaramillo sufrió una caída de la camioneta en la que se movilizaba para repartir los volantes de su lista. “Aclara: me caí, no me bajé… yo tengo cuna naranja. Mi padre (Walter Jaramillo) fue fundador de la ID”, argumenta.
Y en ese momento también lo confundieron. Creyeron que era su esposa la candidata a la Asamblea. De modo que el legislador debió hacer ‘maromas’ para ponerse en pie sin ayuda.
Desde que era un muchacho estaba involucrado en la política. “No fui presidente del colegio, no gané… no soy tan buen perdedor, pero acepto la derrota”, describe.
Incluso en una ocasión, durante una sesión del Pleno -y luego de haber negociado una votación con otros partidos- se armó tremendo bochinche, cuando otro parlamentario ‘rompió’ el acuerdo y, como era evidente, Jaramillo se descontroló.
A la ID le faltaba solo un voto para pasar su moción. Y después de reclamarle en media sesión, le recordaron que aún no consignaba el suyo, así que el voto del ‘fariseo’ no era necesario. “Luego me reí de eso”.
El ‘destrampe’
El asambleísta Ramiro Narváez cerró su campaña política con ‘broche de oro’, en Carchi. Y no fue precisamente un discurso el que sellaría su intervención, sino el beso en la boca que le dio una seguidora. “A la chica la conocía desde el colegio y me gustaba. Nos reencontramos cuando se subió al escenario. Ahí me abrazó y me besó”, describe.
No niega que el evento fue un poco bochornoso porque estaba frente a miles de personas, aun así, lo disfrutó y devolvió el destrampe. Algo que sí lamenta es que no ha podido ubicar nuevamente a la mujer.
Cuando el representante de la Izquierda Democrática incursionó en la política hace unos años, los discursos fueron su ‘talón de Aquiles’. En una ocasión, en una sesión, hablaba sobre el sistema bicameral (dos cámaras legislativas) y, cuando sus compañeros lo aplaudieron, se desconcentró, por lo que en la siguiente oración dijo el sistema ‘bibidicameral’.
“Creo que es lo peor que me ha pasado… para mí, los discursos son muy serios, si uno va a aportar o criticar que hable, de lo contrario no. Muchos lo hacen por cinco minutos de fama”, concluye.
Metida de pata
En agosto, la asambleísta Rosa Cerda dijo “si roban, roben bien” y, pese a que intentó justificarse diciendo que su español no era tan bueno, la representante de Pachakutik fue suspendida por 8 días.