Cuando Karina Andrade llegó con su familia a vivir en Colinas del Norte hace cuatro décadas, allí ya se jugaba futbol femenino. En este popular barrio, al norte de Quito, ella creció observando cómo las damas disputaban intensos partidos en la misma cancha de once que usaban los varones. Su madre era ´pelotera´ y cada fin de semana ella la veía jugar, hasta que a los veinte años decidió seguirle los pasos en la liga barrial y apareció como delantera.

Pero en la reciente final del torneo 2023, Karina ocupó el arco y protagonizó atajadas impresionantes en favor del Super Crack. Ella decidió jugar bajo los tres palos porque el relevo en el ataque había llegado y no podía no ceder ese espacio, pues la heredera del puesto es su propia hija, Ivonne Aneloa. Con 18 años, su porte y potente remate la han convertido en una pesadilla para las rivales.

Lo fue para Boca Juniors en la final, marcando los dos primeros goles del 4-2 que le dio el título a su equipo, en un partido de poder a poder, en el que los vecinos llenaron las gradas y hasta ocuparon el borde del campo para poder observar el cotejo, en donde no se desperdició un solo minuto.

Pero ese día, Karina no fue la única madre orgullosa. Cuando el partido se puso apretado, porque Boca se fue con todo en busca del empate y empezaba a poner en aprietos a Gladys Vera, defensora de las Cracks, aparecerían sus dos hijas para aliviarle la tarea.

Lisette Micolta puso en marcha toda su habilidad para llevarse el balón por la derecha y enviar un pase directo al segundo poste, hacía donde había visto correr a su hermana. Jennifer llegó perfecto a conectar la pelota y puso el cuarto tanto, sellando el resultado.

El gol gestado por las hermanas fue celebrado con gran alegría por su madre, que aguardaba atenta en la defensa por si la jugada no resultaba. Las tres son titulares en el equipo y juntas se fundieron en un abrazo al conseguir el segundo título con el Super Crack.

La más luchadora

Aunque Super Crack llegó como el favorito a esta final, en Boca Juniors la gran actitud y calidad de Erika Esparza se llevó el reconocimiento del público. En sus pies se generaron varias ocasiones de gol para Boca Juniors y de hecho fue ella quien consiguió la primera anotación del partido.

Su frustración fue evidente en cada una de las últimas pelotas que pudo conectar. En todas buscó ubicación al arco, pero la ansiedad la llevó a no estar tan precisa. Aun así, sus compañeras reconocieron su esfuerzo al final del partido.

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