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Deportes
Una familia llamada balonmano
Una escuela de este deporte funciona y entrena en un parque de Guayaquil.
“Padre nuestro que estás en el cielo, / santificado sea tu nombre, / venga a nosotros tu reino, / hágase tu voluntad en la Tierra como en el cielo, / danos hoy nuestro pan de cada día”... No, no se ha equivocado de página, no es religiosa, está en deportes.
Esas frases son el comienzo de un entrenamiento en una escuela de balonmano en el parque de la Kennedy, en el norte de Guayaquil. Aquí se reúnen hombres y mujeres para darle con todo al fútbol que se juega con las manos.
El balonmano, a pesar de que tiene poco apoyo, pese a que hace poquito nomás, Ecuador ya estuvo en un Mundial, en Grecia. En Guayaquil, su práctica se mueve fuerte, es una manera de hacer deporte y divertirse.
Yajaira Mosquera Escobar es la entrenadora y dirigente. Ella tiene una visión desde pequeña sobre este deporte, porque justo la cautivó en la época del colegio Enrique Gil Gilbert.
Aquí se practica el balonmano de sala, y el de playa, cuando se puede, en el parque Samanes.
Yajaira vive para esta disciplina, además es profesora de Educación física. El balonmano también lo disfruta en su hogar, porque es la esposa de Eduardo Quiñónez, el jugador de la Tricolor de este deporte.
Ella es quien se dedica a dirigir a los chicos que van en busca de mejorar sus condiciones y otros que comienzan a practicarlo.
Hay unos 80 jóvenes, de los cuales 20 son chicas. “Todo empezó por iniciativa de la familia, aquí la autogestión es lo primordial, porque nos tratamos de ayudar en lo que más se pueda. La idea es respaldar a este deporte. Así vio la luz el Club Formativo Don Q”, expresa Yajaira, quien ha pasado por varios equipos como Unión Española, Rinocerontes de Don Apa, Atletic Sports, Sport Modelo y más.
“Es un deporte hermoso. Además, Ecuador ya tuvo su mundial. Esta disciplina no te da dinero, pero sí llena de alegrías, lo cual no tiene precio. Enseñar lo que sé al resto es una motivación extra”, dice Yajaira, mientras jugadores del Guasmo, ciudadela Chemisse Norte, Socio Vivienda, del centro de Guayaquil y hasta de otras ciudades vienen para aprender balonmano.
Se hace un entrenamiento desde lo físico hasta las charlas técnicas, donde se enseña los secretos de este deporte.
Los entrenamientos son los lunes y miércoles, de 17:00 a 20:00, mientras que los sábados a las 08:00.
Todos los trabajos inician con una oración al Todopoderoso. En realidad es una junta de amigos, porque todos se abrazan y aquí cada uno quiere lo mejor para la otra persona.
“Hacemos todo el trabajo y vemos cómo los chicos van en un proceso de aprendizaje. Nuestro mejor referente es Eduardo Quiñónez”, expresa Yajaira, al hablar de uno de los goleadores a nivel mundial y que, además, es su esposo.
“Comencé jugando básquet, pero el balonmano me unió por el compañerismo del equipo, eso me enganchó más y formé una familia. Jugando me conocí con mi esposo, él me enseñó el deporte”.
FELICIDAD
Steven Quintero Pincay es uno de los elementos más jóvenes entre sus muchachos. Se unió a esta disciplina por el compañerismo que existe, asegura.
“En realidad esto me quita el estrés, hay contacto con otras personas y salgo de la rutina. Es un juego de grupo y compartes con todos”, señala Steven, quien lleva 4 años en este deporte. Y agrega: “Deben practicarlo, porque es interesante y se divierten”.
Para Jeremy Calixto practicar balonmano es algo fuera de serie: “Me gusta, es un buen deporte, emocionante y divertido. Ya voy para el año y de largo. Espero que la gente se una para respaldar una disciplina diferente”.
Prueba de que este deporte marca a las personas es Alfonso Calixto, quien reside en Chicago, Estados Unidos, y cuando viene a Guayaquil hace del balonmano parte de su vida. Se dedica a los entrenamientos. “Desde la universidad conocí a varios compañeros y me acerqué para entrenar hasta ahora, eso lo hago cada vez que vengo de vacaciones. Me gusta el compañerismo que se tiene, es algo bonito”.