Honorio Isidro no tiene la ‘pinta’ de Robert Lewandowski. Tampoco es alto como el polaco ni tiene los ojos claros. Sus rasgos físicos son diferentes, pero en los torneos barriales de Guayaquil, por los golazos que hace, lo conocen como Lewandowski.

El ‘guayaco’, de 48 años, cuenta que es pelotero desde que era pelado. El fútbol siempre fue su distracción, es el deporte que le gusta, y se convirtió en una vía para conseguir dinero extra para sustentar actualmente a su familia, su esposa y cuatro hijos.

Isidro creció en el campo de Vinces, provincia de Los Ríos, con sus abuelos. Tuvo la chance de entrenar en el club Santa Rita (en la segunda categoría) por un año cuando tuvo 17, pero la falta de billete no le permitió cumplir su sueño: ser futbolista profesional.

Pero aquella decepción lo impulsó a disputar barriales. En 1993 se fue a vivir al sector Paraíso de la Flor 1, en el noroeste de Guayaquil, año en que empezó a jugar en los torneos de diferentes barrios del Puerto Principal.

“Logré ingresar al equipo, pero no tuve dinero para seguir. Por eso a mis 18 años decidí regresar a vivir con mis padres. Hice el servicio militar y luego empecé a jugar barriales; primero era un pasatiempo, pero se convirtió en uno de mis cachuelos”.

De lunes a viernes es albañil. Pero los fines de semana saca su uniforme y sus zapatos de lona para jugar barriales. Él va donde lo contraten. Además, con su equipo Los Amigos disputa la categoría sub-50 de la liga El Chivo, en el Paraíso de la Flor 1.

“Yo juego barriales para sacar un billete extra. No tengo una tarifa por jugar, yo acepto lo que me quieran dar. Igual todo sirve para la comida de mi familia. Jugando todo el sábado y domingo, por aquí mismo en el sector, me saco unos treinta dólares”, revela Isidro.