En un ambiente liderado por varones, Nancy Fierro ha logrado sobresalir. Al principio no fue fácil, sobre todo cuando tras su divorcio tuvo que tomar las riendas del negocio que había iniciado hace más de 13 años con quien fue su esposo. Luego de la separación legal llegaron a un acuerdo: el local que da mantenimiento para carros, ubicado en el suburbio de Guayaquil, se quedó con ella.

La sentencia de que en tres meses quebraría fue suficiente para que Nancy se llenara de valor y cogiera la fuerza necesaria para salir adelante.

Jamás pasó por su cabeza cerrar o vender. Por el contrario, recorrió las calles entregando volantes, lideró a sus empleados y por consejo de sus proveedores, tomó cursos y talleres (más de cien) relacionados al mantenimiento de vehículos, “porque para mandar hay que saber hacer”, le dijo su mamá. El encierro durante la pandemia también le sirvió para seguir con el aprendizaje online.

Aunque no se mete debajo de los vehículos, siempre está atenta para brindar asesoría a sus clientes y despejarles ciertas dudas respecto a cambios de repuestos según el kilometraje, ruidos extraños y anomalías en sus carros.

“No me verán debajo de un auto porque lo mío no es la mecánica, sino mantenerlos en óptimas condiciones respecto a cambios de aceite, bujías, filtros, entre otras actividades”, asegura Nancy, quien es una ayudante más cuando de alinear un automotor se trata. Confiesa que ha dejado de pintarse las uñas porque la manicura no le dura mucho tiempo.

Más allá de eso, siempre trata de estar bien arreglada, cuida su rostro y figura con tratamientos, y usa el mismo uniforme que llevan sus empleados, porque es la imagen de sus talleres, los cuales lucen ordenados y limpios.

Cinco años después de su divorcio va por el segundo local y tiene una decena de mecánicos a su cargo. En conversación con DOMINGUERO, Nancy relató lo duro que le resultó levantarse sola y convivir en un mundo que siempre se creyó que era exclusivo para varones.

Un divorcio y dos locales. ¿Cómo ha sido este periplo?

Lo importante de todo esto es que he crecido, mucho más en un ambiente prácticamente de varones. La gente siempre ha estado acostumbrada a tratar con hombres en este tipo de negocios y parece que he roto un paradigma. No soy la pionera en esto, tengo entendido que en Loja hay una ingeniera que repara cajas de carros, pero he sobresalido específicamente en Guayaquil.

Lo suyo no es la mecánica. Se capacitó en mantenimiento de vehículos y la asesoría.

No soy la mecánica que está debajo del carro, sino la que está ayudando al cliente asesorándolo para que sepa lo que tiene que hacer en cuanto al mantenimiento del carro. Muchos creen que hay que traer el auto solo por el kilometraje y no es así. Los mantenimientos vehiculares son también por tiempo. Por ejemplo, un cambio de aceite, si no se lo hace a los 5 mil kilómetros, debe ser a los 3 meses, y muchos no lo saben. Para eso estoy yo.

Se dice que para mandar, se debe saber hacer. ¿Cómo ha sido esa capacitación en todo este tiempo?

Me he capacitado bastante. He tomado muchos cursos, más de 100, en cinco años. Antes de la pandemia, las mismas empresas proveedoras de mercadería daban cursos presenciales, los cuales no me los perdía.

Ha venido desde abajo. ¿Qué es lo que más valora de todo lo que tiene?

Valoro mucho a mi personal porque sé lo que es ser empleado y cuando uno no es valorado. En trabajos donde estuve no recibí nada, por eso me prometí que el día que tuviera mi negocio mis trabajadores iban a ser bien tratados.

¿De qué se siente orgullosa?

Tengo clientes que se sorprenden de todo lo que hago. En cuestiones de carros, sé de lo que hablan y cómo hacerlo. Son tantos años en esto que uno aprende con la práctica, la experiencia y el día a día.

¿Cuál es su lema de vida?

Siempre les inculco a mis empleados el valor de la honestidad. Hay clientes que llegan de otros lugares con problemas en sus carros, por eso le recalco a mi gente que la honestidad es clave para seguir creciendo y que nos sigan recomendando. Decirle siempre al cliente todo lo que vamos a hacer y que él vea lo que estamos haciendo.

¿Y el secreto de su éxito?

La honestidad y transparencia con que trabajamos.

¿Qué es más fácil de manejar: un ser humano o un carro?

La verdad me encantaría, pero son dos cosas diferentes; uno es material que puedes cambiar a tu gusto y reemplazar piezas, pero en el ser humano no. Siempre le pido a mi Dios que me traiga gente buena, porque quienes tienen malas costumbres son difíciles de moldear. Prefiero tratar con gente buena y es lo que pido para que trabajen en mi taller.

Después de esto, ¿qué viene?

El pasado ya lo vivimos, el futuro no existe y el presente es ahora. Quiero disfrutar lo que he hecho, que ha sido bastante. Quiero aprovechar mi tiempo y luego jubilarme. He trabajado desde muy joven.

Inicios laborales

Recuerdo que en el colegio vendía caramelos que ponía en una canastita que me compró mi mamá y desde ahí me inicié. Las ventas han sido lo mío. Siempre me ha gustado tratar con el público. He tenido negocios pequeños y grandes. Tuve una furgoneta en la que daba servicio de expreso nocturno para el personal de una empresa. He vendido desde hot dogs hasta arroz con menestra y no me avergüenza decirlo. Con mi exesposo tuvimos una agencia de taxis ejecutivos que fue un éxito, pero a costa de dormir en el suelo porque no tenía tiempo para nada. Llegamos a tener 80 socios y 14 carros propios, pero fue muy cansado. Eso quedó ahí y luego abrimos el tecnicentro que ahora está a mi cargo.

Más de ella

- Guayaquileña de 50 años.

- Divorciada, sin hijos.

-Es egresada en Economía y en Trabajo Social.

-Disfruta de los viajes y deportes extremos.

- Ama la música ochentera.

- Es muy activa en Instagram y TikTok.

- Tiene tantos pretendientes como mascotas rescatadas (14).